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Actualizado: 17 de julio de 2025
Diciendo estas palabras, se acercó Amaury al doctor, tomole la mano casi a la fuerza, y después de besársela salió.
Me arrancó el gozo ese grito, Amaury; jamás me sorprende tu presencia, puesto que siempre la aguardo; pero estoy tan débil y soy tan nerviosa, que todas las impresiones me causan un efecto extraordinario.
No es posible equivocarse, tío, y usted está bien seguro de su amor... como también lo estoy yo. Avrigny no replicó porque su convicción era la misma de su sobrina. Se abrió de pronto la puerta del aposento y José, el ayuda de cámara del doctor, entró para anunciarle que el criado del conde Amaury de Leoville traía para él una carta de parte de su amo.
»Afortunadamente el progreso del mal parece haberse detenido por ahora y me deja respirar con libertad un instante. »Espero. ¿Podré también confiar? ¡Dios lo sabe!» 5 de julio «Sigue muy mejorada y esta mejoría la debo a Amaury y a Antoñita. Amaury se ha portado como hombre capaz de todo sacrificio por la mujer a quien ama.
Una de dos; o este caballero se figura que juega a la carambola, o de otro modo desconoce por completo lo que tiene entre manos. ¿Qué significa esto? interpeló Amaury, vacilando entre el temor y la duda de si su amigo se permitía alguna chanza.
Quien tiene razón dijo el doctor terminando la frase. Condenas con demasiado rigor, Amaury. Pero me parece... replicó éste con vehemencia. Sí interrumpió el anciano, tu apasionada edad no es clemente, lo sé, y no quiere transigir con las debilidades del corazón humano.
Amaury la estaba contemplando y no acertaba a reconocerla. Era una hurí, una musa, un hada, que aparecía de pronto ante sus ojos. Consistía esto en que antaño, cuando Antoñita estaba cerca de Magdalena, la miraba raras veces y sin ninguna atención. Por su parte, Antoñita le encontraba muy cambiado, quizá mejorado.
Ahora mismo estoy bien, no siento nada... Te tengo a mi lado y pronto veré a Amaury... Soy feliz y me encuentro muy a gusto. Mira: ahí tienes a Amaury. ¿En dónde está? En el jardín, hablando con Antoñita. Por lo visto ha equivocado la hora dijo sonriéndose el doctor; yo le decía en mi carta que viniera a las once y él habrá leído con los ojos del deseo que la cita era a las diez.
Que cesen esas demostraciones interrumpió Amaury, en lo cual somos ambos de la misma opinión. Este era mi propósito al hacerle molestarse en venir a mi presencia y espero me perdonará la franqueza de que abuso. Antes bien se la agradezco, caballero; y yo doy a usted mi palabra de honor de que, muy pronto, todo eso habrá terminado.
No sostengo sino que mañana a las siete estaré en el bosque de Bolonia, avenida de la Muette, con un testigo, y armas. ¡Hasta mañana! Mejor hasta la noche; pues hoy es jueves, día de recepción en casa de Antoñita, y por nada me privaría de verla. Está bien; a la noche la veremos, y mañana nos veremos. Dicho esto, Amaury se alejó furioso y regocijado al mismo tiempo.
Palabra del Dia
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