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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Amaneció el Señor y pusímonos todos en arma. Era de ver a uno ponerse la camisa de doce veces, dividida en doce trapos, diciendo una oración a cada uno como sacerdote que se viste. A cuál se le perdía una pierna en los callejones de las calzas y la venía a hallar donde menos convenía asomada. Otro pedía guía para ponerse el jubón, y en media hora se podía averiguar con él.
Momentos antes de que la rosada aurora abriese de par en par las ventanas del Oriente, Satanás, que amaneció de humor campechano, envió a Lancia al más travieso y juguetón de los demonios con encargo de despertarla. Batió sus negras alas el ministro de Averno sobre la ciudad y lanzó una carcajada horrísona, estridente, que logró arrancar de las profundidades del sueño a todos sus habitantes.
Amaneció con el viento por el N fresco, y á las ocho atracó la chalupa bordo, y le hice embarcar ocho dias de víveres. A las cuatro de la tarde me hice á la vela para mejorar de fondeadero, y por ser la canal angosta y viento contrario, varé dos veces, y con una hora de noche dí fondo en 4 brazas de agua.
Semejante aviso me pareció absurdo y me hizo dudar de todo. »Sin embargo, para no tener nada que reprocharme, envié a buscar a mi esposo. A pesar de ser ya más de media noche, el Conde estaba fuera todavía. Ordené que me llamasen a su vuelta. Pero el Conde no regresó al castillo en toda la noche. »La inquietud se apoderó de mí, y apenas amaneció hice que fueran en su busca.
Vas como el Nazareno escarnecido, ¡pero serás después un dios triunfante! Tu apostolado, en méritos fecundo, conquistará la admiración humana. Más que buscar, como Colón, un mundo. ¡Tú formarás el mundo de mañana! El bien social, tu sueño soberano, no impera aún sobre la tierra mía. ¡No siempre el Sol amaneció temprano, pero siempre fulgura el nuevo día!
Comprendía que la resolución de Ana era irrevocable». El Viernes Santo amaneció plomizo; el Magistral muy temprano, en cuanto fue de día, se asomó al balcón a consultar las nubes. «¿Llovería?
Llegó por fin el día señalado, uno de los últimos de julio que amaneció como los antecedentes claro, sofocante, abrasador. La familia de Escudero había ido la noche anterior a dormir en casa de Reynoso. Tristán se trasladó por la mañana acompañado de Gustavo Núñez y el paisano Barragán. Gran parte de la colonia veraniega y mucha también del vecindario quiso presenciar la ceremonia nupcial.
-Amaneció -prosiguió Sancho-, y, apenas me hube estremecido, cuando, faltando las estacas, di conmigo en el suelo una gran caída; miré por el jumento, y no le vi; acudiéronme lágrimas a los ojos, y hice una lamentación, que si no la puso el autor de nuestra historia, puede hacer cuenta que no puso cosa buena.
Entonces empezaron los tratos y conferencias de los hermanos con los señores del cabildo, siguiendo Losa con sus solicitudes, en una de las cuales de 1593 decía pintando el estado en que habían quedado los muchachos vagabundos: «Andan perdidos por las calles y plazas, y yo, como persona que comenzó esta obra, le deseo remedio, porque veo andan los niños de siete y ocho años desamparados, rotos y aun encueros por los rincones y poyos de la ciudad, donde se quedan á dormir, que en este tiempo aun los muy bien arropados y abrigados lo pasan con dificultad y trabajo; y la semana de Pascua amaneció muerta de frío una mujer, y así las criaturas tienen mayor peligro.»
El compadre miraba el horizonte. Antonio, cambia el viento. Ya lo noto. Tendremos mar gruesa. Lo sé; pero ¡adentro! Alejémonos de todos estos que barren el mar. Y la barca, en vez de ir tras las otras, que seguían la costa, continuó con la proa mar adentro. Amaneció.
Palabra del Dia
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