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Actualizado: 15 de julio de 2025


Las divinidades del viejo mar no amaban las bebidas alcohólicas. Anfitrita y las nereidas sólo aceptaban en sus altares frutos de la tierra, sacrificios de palomas, libaciones de leche. Tal vez á causa de esto los marineros del Mediterráneo, siguiendo una preocupación hereditaria, veían en la embriaguez el más vil de los rebajamientos.

Hero y Leandro fueron dos personajes imaginarios también, como el pájaro fénix. Hero una zagala y Leandro un zagal, vivían separados por el Helesponto, un brazo de mar, casi mar. Hero y Leandro se amaban, y Leandro de costa a costa nadando para echar un párrafo con Hero. En una de éstas, se enfurruñaron las aguas y pereció Leandro.

La mala fe de Fortunato no existía más que en la imaginación de Clementina. Herminia y Mauricio eran todo expansión y todo sonrisas. Se encontraban dichosos entre aquellos dos enemigos reconciliados por ellos y á quienes amaban tan sinceramente. El jefe de comedor se presentó y pronunció las importantes palabras: ¡La señorita está servida!

Me parecía evidente que él y Marta se amaban, y sobrecogida por la vibración misteriosa con que la idea del gran desconocido llena a los seminiños de mi edad, comencé a representarme la manera cómo había podido nacer ese amor. Corría a través de los bosquecillos silvestres del parque y me decía: Aquí es donde se han paseado secretamente.

Tales entrañas de caridad experimentamos también nosotros cuando le gozamos en el oficio de Provincial; era muy liberal, humano y afable con sus súbditos, guardando con ellos la gravedad precisamente necesaria para ser obedecido; y todos, no solamente le amaban por su agradable trato, por el candor de sus inocentes costumbres y por una singular é inseparable sinceridad, con que tenía el corazón en los labios, y el alma patente en el rostro, mas también le reverenciaban como á Santo; de que dieron muy claras muestras, cuando asaltado de una lenta calentura, con otras enfermedades poco á poco le condujo al término de sus días.

Los que fueron á despojar los cadáveres i á apresar los bastimentos, municiones i demás botin, hallaban junto al cuerpo del enemigo, el del deudo, el del hermano, el del padre, i en fin el de la persona á quien mas amaban ó á quien mas aborrecian. Esta espantosa refriega acaeció en el año de 711.

Era su costumbre comer en pie para mejor atender á las necesidades de los otros. Al dar comienzo á la cena llamaron á la puerta. Era Celso, el impetuoso guerrero de Canzana. Se le acogió con agrado. Todos amaban á aquel joven valiente y leal y le perdonaban de buen grado el corto apego que tenía á su tierra.

Un día, Gillespie, con un esfuerzo supremo de su voluntad y más conmovido que cuando avanzaba en Francia contra las trincheras alemanas, visitó á la majestuosa viuda para manifestarle que Margaret y él se amaban y que solicitaba su mano. Aún se estremecía en el buque al recordar el tono glacial y cortante con que le había contestado la señora.

Un mes después, la duquesa de Gandía recibió por un correo expreso una larga carta del duque de Osuna. El poderoso grande estaba completamente satisfecho de su hijo y de su esposa, que se amaban con toda su alma y eran felices. A la carta de Osuna acompañaban una de don Juan y otra de doña Clara. Aquellas cartas respiraban felicidad.

: su ministro, á quien tanto amaban, y que los amaba tanto á todos ellos, que no podía partir hacia el cielo sin exhalar un suspiro de dolor, tenía el presentimiento de que una muerte prematura le esperaba, y de que pronto los dejaría bañados en lágrimas.

Palabra del Dia

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