Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de mayo de 2025
Confieso con ingenuidad que lo que es en punto a hermosura, no atino a representarme que supere a Pepita Jiménez la mujer de aquel príncipe egipcio, mayordomo mayor o cosa por el estilo del palacio de los Faraones; pero ni yo soy, como Josef, agraciado con tantos dones y excelencias, ni Pepita es una mujer sin religión y sin decoro.
Cuantas veces he pensado, mirándolos, que a ser yo santa y representarme los mortales de tan odiosa manera, sería absolutamente sorda a sus plegarias; pero tal vez los santos no tienen mi carácter. Por una ventana sin vidrios mostraba una rosa su frente perfumada, y con su frescura y belleza parecía protestar del mal gusto del hombre.
Me parecía evidente que él y Marta se amaban, y sobrecogida por la vibración misteriosa con que la idea del gran desconocido llena a los seminiños de mi edad, comencé a representarme la manera cómo había podido nacer ese amor. Corría a través de los bosquecillos silvestres del parque y me decía: Aquí es donde se han paseado secretamente.
Ni tampoco desaparecía cuando, muy entrada la noche, me encontraba solo en mi salón desierto, iluminado únicamente por el resplandor del fuego que ardía en la chimenea y la luz melancólica de la luna, y trataba de representarme escenas imaginarias que me prometía fijar al día siguiente en páginas de brillante descripción.
Me echo á temblar al representarme que hubiera podido sospecharlo. Nadie sabe más que tú, el Comendador y yo, que D. Carlos me pretende; pero Dios sabe mi pecado, del que estoy arrepentida. Ha sido enorme perversidad en mí dar alas á ese galán con miradas dulces y profanas sonrisas... casi involuntarias... te lo juro. No por eso me pesan menos en la conciencia.
¡Ay! exclamó la otra con dolor, arrodillándose delante de su amiga . Todo eso lo he intentado; pero cuanto más he querido no pensar en él, más he pensado. ¿De qué me vale rezar, si no puedo representarme imagen ninguna de Dios ni de santo que sea distinta de la suya?... ¡Ay, Inés!
Me acordaba de todo lo que había leído, trataba de representarme al hombre detenido por la fortuna adversa, a su país cediendo más bien a fatalidades de raza que no a contrastes militares, descendiendo a la costa, no abandonándole sin pena, lanzándole un postrer adiós de desesperación y de reto, y bien que mal trataba de expresar lo que me parecía ser la verdad, sino histórica, lírica al menos.
Pero, como las figuras geométricas se someten á la vista y á la imaginacion, me valdré de una de estas, y si es posible de ambas, para representarme aquello que quiero concebir. Trazada la figura en el encerado, ó en la imaginacion, veo ó imagino una circunferencia; pero ¿esto me basta para comprender bien su naturaleza? No.
Si yo pensase, como usted, que hay un Dios creador consciente de todos los seres, le mandaría un «besa la mano» felicitándole por haber formado una criatura tan amable y encantadora como mi mujer y dándole las gracias por haberla reservado para mi uso particular. Desgraciadamente no puedo representarme a ese Dios recibiendo en bata y zapatillas mis tarjetas de felicitación.
No me dio lugar mi suspensión y arrobamiento para que mirase y notase en particular lo que traía vestido; sólo pude advertir a las colores, que eran encarnado y blanco, y en las vislumbres que las piedras y joyas del tocado y de todo el vestido hacían, a todo lo cual se aventajaba la belleza singular de sus hermosos y rubios cabellos; tales que, en competencia de las preciosas piedras y de las luces de cuatro hachas que en la sala estaban, la suya con más resplandor a los ojos ofrecían. ¡Oh memoria, enemiga mortal de mi descanso! ¿De qué sirve representarme ahora la incomparable belleza de aquella adorada enemiga mía? ¿No será mejor, cruel memoria, que me acuerdes y representes lo que entonces hizo, para que, movido de tan manifiesto agravio, procure, ya que no la venganza, a lo menos perder la vida?» No os canséis, señores, de oír estas digresiones que hago; que no es mi pena de aquellas que puedan ni deban contarse sucintamente y de paso, pues cada circunstancia suya me parece a mí que es digna de un largo discurso.
Palabra del Dia
Otros Mirando