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Actualizado: 28 de julio de 2025


Vd. es ahora podríamos decir de la casa, y le aseguro que Luis María lo estima muchísimo. El aludido me puso la mano en el hombro y me ofreció cigarrillos. Fume, fume, y no haga caso. ¡Pero Luis María! le reprochó la madre, semi-seria cualquiera creería al oirte que le estamos diciendo mentiras a Durán! No, mamá; lo que dices está perfectamente bien dicho; pero Durán me entiende.

Y el aludido Monote, un gitanillo con el trasero al aire por las roturas del pantalón y la cara llena de costras, cogió el caballo del ronzal y salió corriendo por los altibajos de arena seguido de la pobre bestia, que trotaba displicente, como fatigada de una operación tantas veces repetida.

El silencio del aludido quiso demostrar á la vieja lo inoportuna que era su pregunta. Pero ella continuó, con cierta precipitación que revelaba la proximidad de la parte más interesante de su relato. Hoy, al anochecer, estuve en la taberna con el tío Crainqueville. El señor comisario debe conocerlo. Sus desgracias andan escritas en libros y comedias.

Marroquín se limitó a quitarse el gorro y la levita. Todo se volvía ojos Miguel tratando de ver dónde estaban las espadas a que el cura había aludido la noche anterior; pero no parecían por ninguna parte. Y con gran sorpresa y desengaño, pues estaba creído de que iba a presenciar una extraña y terrible aventura, vio que los campeones se ponían a darse de morradas como mozos de cuerda.

El aludido contestó gravemente: -Por darle una puñalada... a un queso. Rió Barrabás la estúpida gracia con estruendosas carcajadas, y los grupos cercanos rieron también, como escandaloso eco. Todos se habían enterado de quién era Maltrana, y le miraban burlonamente. Al escuchar sus reconvenciones al hermano le consideraban como un enemigo.

Crees que vives fuera de esa influencia, porque no vas á misa, ni te tratas con curas; pero todo llegará, irás, y hasta es posible que te arrodilles ante algún confesonario de la iglesia de los jesuítas. Estás en el círculo de su influencia: te tienen al alcance de su mano por medio de la familia; ya te agarrarán. ¡Apenas si es mal bocado el millonario Sánchez Morueta! El aludido sonrió. ¡Bah!

Belinchón estuvo tentado de mandar los padrinos a la redacción. Pero considerando que esto sería dar su brazo a torcer y aceptar lo que el artículo contenía de envenenado, prefirió no mostrarse aludido y vengarse también en la prensa.

Pocas cosas le molestaban tanto como verse aludido en este asunto de mujeres: por eso el socarrón del coronel lo hacía siempre que hallaba oportunidad. ¡Yo!..... coronel..... ruego a V..... el matrimonio..... ¡A buena parte va V., amigo Bembo!..... Hojeda es un egoistazo..... Más de veinte veces le he querido casar, y siempre me ha dado calabazas a la novia.

Vendría la deseada... «la nuestra»; y entonces, o no había justicia ni vergüenza, o don Cristóbal sería ministro del primer gobierno que se formase. Pero el aludido rechazaba este honor con sonriente modestia. Maltrana, para animarle, se incluía en el triunfo. El también sería algo, ¡qué demonio!... Se contentaba con una dictadura sobre la instrucción pública, para desasnar el país a palos.

Estuve de víctima dijo el aludido, modestamente. Un oficial venía corriendo hacia ellos del lado del torreón, por el espacio desnudo de árboles. Repetidas veces agitó su kepis para que le viesen mejor. Lacour tembló por él. Podían distinguirle los enemigos; se ofrecía como blanco al cortar imprudentemente el espacio descubierto, con el deseo de llegar antes.

Palabra del Dia

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