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Actualizado: 1 de junio de 2025


Para los ojos, todo era paz en el huerto conventual; para el oído, la querellosa algarabía de los gorriones vespertinos. Belarmino se sentaba al pie de las tapias y contemplaba las praderas, de velludo amarillento, que vahaban un aliento tenue y opalino. También él tenía un alma rasa y suave de pradera, esfumada en neblina.

Y de pronto suena un chirrido largo, igual, uniforme, que se quiebra a poco en un ris-rás ligero y cadencioso. Luego, otra cigarra comienza; luego, otra; luego, otra... Y todas cantan con una algarabía de ritmos sonorosos. Azorín gusta de observar las plantas. En sus paseos por el monte y por los campos, este estudio es uno de sus recreos predilectos.

Unos pasos antes de entrar en el estragal, ó sea el corredor que conduce á la bodega desde el punto en que arranca la escalera del piso alto, una algarabía atronadora de carcajadas, cantares y chillidos llamó la atención del forastero; algarabía que cesó tan pronto como éste y don Silvestre llegaron á la puerta de la bodega.

Y al volver a mirar el grupo de su mujer y la cómica, a las cuales se habían agregado ahora Mochi, Marta, Minghetti y Nepomuceno, sintió Reyes una especie de repugnancia; aquella paz moral que a ratos se apoderaba de su espíritu, y hasta pudiera decirse de sus entrañas, se le alarmó en el pecho, en la conciencia; le entró vivísimo deseo de apartar a su mujer de toda aquella gente; y sin poder dominarse, se acercó al grupo, y con gesto serio, que contrastaba con la alegría de todos, con el ambiente de vaga concupiscencia que envolvía al grupo, dijo Bonis con una energía en el acento que sorprendió a Emma, la única que se hizo cargo de ello por la novedad de la voz: Señores... y señoras... basta de charla; el público se impacienta, y lo mejor que pueden hacer estas damas y estos caballeros es comenzar la segunda parte del programa.... Vale más la música que toda esa algarabía....

En fin, la tal voluntad inconsciente, causa primera de todo, me parece a , profano, una ininteligible algarabía. Y no se me acuse de poco respetuoso con los sabios celebérrimos y admirados en las naciones más cultas. El mismo Schopenhauer nos enseña la falta de respeto, aunque nuestra moderación y nuestra cortesía no acepten sino un poquito de sus lecciones.

Casi al mismo tiempo otro ruido, que subía del portal, vino a dominar el ya formidable del aguacero; una algarabía, un chascarrás desapacible, unas voces cantando destempladamente con acompañamiento de panderos y castañuelas. Saltaron alborotadas las chiquillas, con Nisita a la cabeza.

Realmente, si no teníamos salida, nuestra situación, en vez de mejorar, había empeorado. Avanzamos con precaución, afirmando el paso; al principio se veía bien, luego la obscuridad se fué haciendo intensa. Las olas entraban y hacían retemblarlo todo; rugían furiosas, con su voz ronca, en medio de las tinieblas, y aquel estrépito del mar parecia una algarabía infernal de clamores y de lamentos.

Esta comida frugal, servida en estrechos recintos y no muy limpios manteles, era la primera estación que corría el viajero para entrar después en el vía crucis de las posadas y albergues de la villa. Dos veces al día un ruido áspero y creciente aumentaba la normal algarabía del barrio.

Se encogió, se envolvió toda en su manta, escondiendo los pies, las manos y la cabeza; pero las ratas corrían por encima, y saltaban, iban y venían con una algarabía espantosa. También contribuyó á aumentar el pavor de la niña una disputa que en el tejado vecino se trabó entre dos gatos bullangueros que lanzaban maullidos lúgubres y desentonados.

Por dondequiera que pasaba, recibía una ovación. Preguntaban todos quién era, y oía una algarabía infinita de requiebros, flores, atrevimientos y galanterías, desde la más fina a la más grosera.

Palabra del Dia

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