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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Sí, porr cierrto... Pues lo que yo quiero exigir de él es que obligue a Elvira a acceder a mis pretensiones. ¿Perrro cuáles son tus pretensiones, Jacobito? preguntó el tío Frasquito muy alarmado. Una muy sencilla y muy cristiana... Reunirme con mi mujer y olvidar todo lo pasado.
Juan se aproximó, y, tratando de afirmar su voz, le dice: Buenos días, María Teresa, ¿su papá sigue bien, verdad? Al llegar, he tenido, por Francisco, buenas noticias. Esto me ha tranquilizado; su telegrama me había alarmado mucho. Mientras él habla, la joven se ha serenado. Sí, la calma, el reposo, le han hecho gran bien. Nada sirve como el campo y el aire del mar para los convalecientes.
Si fuera preciso dijo faltar a algún deber, no se lo pediría a usted... Me dirijo a usted precisamente porque la tengo en particular estima, porque sé que es usted leal y piadosa y porque usted cree en la santidad de un juramento... ¡Oh! no tenga usted miedo añadió adivinando que la solemnidad de la palabra juramento me había alarmado; sólo se trata de mí, de mí sola, de una cosa de la que depende mi porvenir...
Y poniéndose en pie empezó á quitarse el batín que usaba en el taller. Entró en su cuarto; se vistió con mucho esmero para un pintor que va sencillamente á buscar un apunte, y tomó el camino del bosque. Si Roussel estaba alarmado por la carta de Mauricio y si éste experimentaba hacía dos días una extraña agitación, la señorita Guichard y Herminia tampoco estaban tranquilas.
¿Has oído, Van-Horn? le preguntó Cornelio con voz reposada. Sí, señor Cornelio contestó, alarmado, el piloto. ¿Serán nuestros compañeros, mi tío, mi hermano...? No lo sé; pero empiezo a tener esperanza. Acudamos, Van-Horn, antes de que se alejen. ¿Con esta oscuridad? No importa. Ya trataremos de orientarnos.
Conservábanse en el archivo de la casa algunas de sus cartas: pliegos de papel amarillento con caracteres rojizos, desiguales y confusos, y un estilo que delataba las pocas letras del comendador. Expresábase con soldadesca tranquilidad, mezclando frases religiosas con las más impúdicas expresiones. En una de dichas cartas, que Jaime había leído, escribía alarmado a su hermano de Mallorca en vista de cierta enfermedad misteriosa que sufría éste; y por si era «mal de mujeres, le daba expertos consejos y mágicos remedios.
Si el sol hubiese amanecido cuadrado y los Cristos, vestidos de pantalones, Quiroga no se habría alarmado tanto: habría tomado al sol por un liampó y á las sagradas imágenes por jugadores de chapdiquí que se quedan sin camisa; pero, ¡no venir los frailes cuando precisamente acaban de llegarle novedades!
Alarmado el Ayuntamiento con las noticias que le llegaban, trasladóse en cuerpo á la plaza de la Feria, donde interrogados los cabecillas de la asonada acerca de lo que pretendían, respondieron ¡trigo! á lo que contestó el Asistente, que donde lo hubiere se lo mandaría dar.
El médico vino, después de aquella noche. El baile lo quiere Ana para sacudir los espíritus, para expulsar de las almas suspicaces la pena pasada, para que con el roce solitario no se enconen heridas aun abiertas, para que viendo a Lucía tierna y afable, torne de nuevo la seguridad en el alma de Juan alarmado, para que Lucía vea frente a frente a Sol en la hora de un triunfo, y como Ana le hablará antes a Juan, Lucía no tiemble. ¡Ana se va, y ya lo sabe!: ella no quiere el baile para sí, sino para otros.
Rafael contempló largo rato los edificios, temiendo que en su oscura masa se iluminase una rendija, se abriera una ventana y asomase el capataz alarmado por la carrera de los mastines. Transcurrieron algunos minutos sin que en Marchamalo se notase el menor movimiento.
Palabra del Dia
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