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Para Santa Teresa es todo ello una ciencia de observación, que descubre o inventa, digámoslo así, y lee en misma, en el seno más hondo de su espíritu, hasta donde llega, atravesando la oscuridad, iluminándolo todo con luz clara, y estudiando y reconociendo su ser interior, sus facultades y potencias, con tan aguda perspicacia, que no hay psicólogo escocés que la venza y supere.

Materia... y pesetas rectificó Juanito Reseco con voz aguda, estridente y cargada de una ironía que Orgaz padre no podía comprender. Eso es gritó el orador Palma; y siguió brindando por todas las excelencias naturales que él echaba de menos en su miserable cuerpo de anémico incurable.

Pero en los instantes de aguda congoja prefería una de esas iglesias íntimas, como San Andrés, San Torcuato, Santo Domingo el Real, San Juan de la Penitencia, donde se apelotonaba junto a un altar solitario, con el rostro entre las palmas. Otras veces devanaba su tribulación caminando y caminando por las calles, al azar de su capricho. Toledo le subyugaba con su complicado misterio.

Hacia las dos, la sobrexcitación de Mauricio era tan aguda, que hablaba de marcharse á París, subir á casa de Bobart y cogerle por la garganta para obligarle á revelar los secretos de la señorita Guichard y decir dónde ocultaba á Herminia.

El oro mezclaba su aguda vocecita con aquel concierto de pasiones vulgares; y el choque de las piezas de veinte francos, más embriagador que los vapores del vino o el olor de la pólvora, emborrachaba a aquellos pobres cerebros y aceleraba los latidos de sus groseros corazones. En lo más fuerte del tumulto, se abrió una pequeña puerta que daba a la escalera, entre el piso bajo y el primero.

El alma celosa del príncipe fué adivinando, con aguda percepción, todo lo que pensaba el otro, y esto avivó el incendio de su cólera. ¡Con qué arrogancia asumía este empleadillo la defensa de Alicia! ¡Cómo se delataba su enamoramiento!... Lubimoff le escuchó con impaciencia. Ahora era Martínez el que se permitía atacarle. Sus últimas palabras significaban una amenaza para él.

De pronto, al dar vuelta a la esquina para penetrar en los jardines de Lexham, en un punto donde la neblina había cubierto todo con su negro manto, sentí que alguien me asaltaba repentinamente, y, al mismo tiempo, una aguda sensación penetrante detrás del hombro derecho.

Las facciones estiradas, sin una arruga, sin un estremecimiento que delatase emoción; la mandíbula estrecha y aguda como hierro de lanza, y los ojos tan inexpresivos e inmóviles como el rostro, pero con una fijeza fría que desconcertaba. Gabriel le había conocido en su niñez.

Tu madre tiene la llave; cuida de que nada sospeche. La puerta está rota a medias; acabaré de romperla... Te oirán de abajo... ¡Están demasiado divertidos! replicó Roberto con risa aguda. Ven, vamos juntos.

En este coloquio iban los dos antiguos estudiantes, cuando hubieron de soltar un tanto la disputa para atender y dar oídos a la aguda y penetrante voz de cierto caminante que picaba por alcanzarlos y que cantaba de esta manera: Con espuela y paso a paso llega el asno a la jornada; pero víbora o culebra dando saltos más alcanza.