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Actualizado: 12 de junio de 2025
Yo no sabré afirmar si era doncella, Aunque he dicho que sí, que en estos casos La vista mas aguda se atropella. Son por la mayor parte siempre escasos De razon los juicios maliciosos En juzgar rotos los enteros vasos. Altaneros sus ojos y amorosos Se mostraban con cierta mansedumbre, Que los hacia en todo estremo hermosos.
Si vuelves a tocarme, me marcho desnuda como estoy por esas calles... ¡Vete! ¡Vete! D. Álvaro quedó clavado al suelo por el estupor. No eran sus palabras las que le dejaban frío, horrorizado; era aquella voz aguda como la hoja de un puñal, que le llegaba hasta lo más hondo del pecho. ¡Vete! ¡Vete! repitió ella alzando aún más el grito.
16 Y tenía en su diestra siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. 17 Y cuando yo le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; YO SOY el primero y el último; 18 y el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo para siempre jamás, Amén.
Y Candelaria, que apenas tenía con qué vivir, ¡uno cada año!... Y que vinieran diciendo que hay equidad en el Cielo... Sí; no está mala justicia la de arriba... sí... ya lo estamos viendo... De tanto pensar en esto, parecía en ocasiones monomaniaca, y tenía que apelar a su buen juicio para no dar a conocer el desatino de su espíritu, que casi casi iba tocando en la ridiculez. ¡Y le ocurrían cosas tan raras...! Su pena tenía las intermitencias más extrañas, y después de largos periodos de sosiego se presentaba impetuosa y aguda, como un mal crónico que está siempre en acecho para acometer cuando menos se le espera.
Animaba aquel grupo una jovialidad retozona, contenida por el empaque burocrático: hervía también allí la curiosidad, menos ingenua y descarada, pero más aguda y epigramática que en el hormiguero de las amigas.
¡Venga de ahí, Moñotieso! gritó el señorito. Y la cantaora rompió en una soleá, con una voz aguda y poderosa, que después de hincharla el cuello como si éste fuera a reventarse, atronaba la sala y ponía en conmoción a todo el cortijo.
Y todos estos carromatos, legados de la piedad jocosa de pasadas generaciones, eran admirados por el gentío, que, con un entusiasmo puramente meridional, se regocijaba pensando en la fiesta de la tarde, cuando las muías empenachadas se emparejasen en la aguda lanza y los carromatos conmoviesen las calles con sordo rodar, exuberantes las plataformas de arremangados mocetones disparando una lluvia de confites sobre el gentío.
Pero aún no se había extinguido la carcajada del público, cuando sonó una nueva voz más aguda y estridente desde el balcón de otra taberna, y Aresti vió á un jayán que cantaba como si contestase al viejo, mientras éste le escuchaba sin pestañear, preparando mentalmente la contrarréplica. El doctor conocía á aquellas gentes.
Porque Celinina tornara á la vida, hubiera él recorrido la tierra entera para recoger todos los bueyes y todas, absolutamente todas las mulas que en ella hay. La idea de no haber satisfecho aquel inocente deseo era la espada más aguda y fría que traspasaba su corazón.
En su accion aguda, armoniza con la constitucion sanguínea, con sugetos bien nutridos, alegres, indiferentes ó descuidados, jóvenes ó adolescentes; por su accion crónica, tiene relacion con la misma constitucion deteriorada y convertida en mas nerviosa á consecuencia de privaciones, padecimientos y de una hematosis insuficiente; en estos casos, el moral es triste, inquieto y dispuesto á sobresaltos interiores.
Palabra del Dia
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