Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de mayo de 2025


El mundo desapareció en medio de aquella oscuridad; nada existía en las tinieblas que le envolvían, ni siquiera su pensamiento. Sólo quedaba una voz estridente, fatal y un gran dolor, un dolor eterno. ¡Vete! ¡Vete! Tropezando con los muebles, brincando como si escapase de una catástrofe, salió de aquella estancia. Se encontró en la escalera agarrado fuertemente al pasamanos para no caer.

Se había deslizado del banco: estaba casi sin saberlo, arrodillado ante ella, agarrado a sus manos y avanzaba el rostro, sin atreverse a llegar hasta su boca. Y ella, echando atrás el busto con desmayo, murmuraba débilmente con un quejido de niña: No, no: me haría daño... me siento morir.

Porque la desgracia no te agarra... ¡Me agarra a cada rato! ¡Me ha agarrado mil veces! pero la desgracia se aburre conmigo. No te entiendo. ¡Pues es claro! La desgracia es como una persona seria que se fastidia en compañía de quien ríe constantemente. Lo difícil, lo imposible es eso; reír siempre... ¡Qué ha de ser difícil!

Aterrado el P. Irene huyó y, como el cadáver se le había agarrado, en su huida lo arrastró fuera de la cama, dejándolo en medio del aposento. A la noche el terror llegó á su máximum. Habían tenido lugar varios hechos que hacían creer á los timoratos en los agentes provocadores.

En una ocasión, después de cobrar en juicio a un casero que debía tres años, recibió, al atravesar un bosque, tal pedrada, que llegó a su casa sin sentido, agarrado a la crin del caballo. ¡Y a un hombre así venía a pedirle cuartos un mequetrefe, aquel señorito bobo, de que nunca le había hablado más que con desprecio el Sr. D. Juan Nepomuceno!

Espantose de pronto Jovita, y dio un salto que hubiera desmontado a un árabe. Agarrado a las riendas, estaba un hombre que había saltado desde la cuneta y al mismo tiempo se alzaban ante él y en el camino un caballo y otro jinete en la oscuridad. ¡Afloja tu bolsa, canalla! dijo en voz de mando y con una blasfemia la segunda fantasma.

Y los dos novios, puestos ya en la pendiente del apasionamiento, arrullábanse con la música de sus palabras, con la exuberancia verbosa propia de la tierra. Rafael, agarrado a los hierros, temblaba emocionado al hablar a María de la Luz, como si sus palabras no fuesen suyas y le turbasen con dulce embriaguez.

Descalzádome has, condesa dijo Quevedo , pero fuego te dejo; agarrado por los pies me has tenido, pero no por la cabeza; libre me veo y de ti me escapo; no creía tanto; pero días pasan y días vienen, y tal vez llegue alguno en que vuelva á pedirte lo que de contigo se queda. ¿Y á dónde vamos en esta guisa? añadió Quevedo. Al camino, donde en un ventorrillo tengo preparado para vos un caballo.

El indio los persigue con encarnizamiento por los grandes destrozos que hacen en los sembrados; cuando la hembra está criando, lleva siempre al hijuelo agarrado en forma de faja en la región abdominal; si se coge la madre, se aprieta el pequeñín de tal modo á ella que cuesta trabajo separarle. El caguag.

Cupido llama... Hasta la vista. Y le empujó al balcón, a cuyos hierros estaba agarrado el barbero sosteniendo la barca. Salta, Rafael dijo Cupido. Apóyate en ; el agua desciende y la barca está muy baja. Rafael se deslizó en su bote blanco, manchado por el agua rojiza. El barbero movió los remos; comenzaron a alejarse.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando