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Actualizado: 29 de junio de 2025
El gran círculo, centro de teósofos y de libres pensadores, formando al uso del liberalismo más avanzado, era por aquellos días piedra de escándalo para los piadosos timoratos villaverdinos, y dió quehacer y congojas al Cura y a sus vicarios, y mucha tela para sermones al bueno del P. Solís; y, qué más, hasta puso en manos del «pomposísimo» la pluma gloriosa del apologista.
Mi prurito de curiosear me induce a leer cuantos libros nuevos van saliendo sobre esta materia, que no son pocos; y mientras más desatinados son, miradas las cosas por el vulgo de los timoratos, más me divierten los tales libros.
Pero esto no es privativo de Peñascosa. Lo mismo sucede en Sarrió y en Nieva. De otro modo, ¿cómo sería posible la vida en estas villas insignes? Contra el parecer de D. Peregrín se hallaban todas las personas sensatas de la población. Unos por afectos al excusador, otros por timoratos, otros porque no veían motivo para armar un escándalo, casi todos aconsejaron a Osuna que se estuviese quedo.
Desde niñas se acostumbraban a mirar como temporada de excepcional placer la que se pasaba con la tía, en medio de lo mejorcito de la capital. Algunos padres timoratos oponían algunos argumentos de aquella moralidad privada que no preocupaba al Marqués, pero al fin la vanidad triunfaba y siempre tenía su sobrina en ferias la señora marquesa de Vegallana.
Prodíganse sus primores, y máquinas ingeniosas de juegos hidráulicos y otros entretenimientos, en las casas de campo propias del Sultan y de los ciudadanos poderosos, notables todas por la magnificencia de su estructura ó por su deliciosa situacion . Para aumentar sus seducciones el arte islamita, prohija con infraccion de la ley religiosa los recursos de la escultura como medio de reproduccion de la naturaleza animada, y aunque este poderoso auxiliar no entra declaradamente con todas sus facultades sino como un mero accesorio de la ornamentacion monumental, sin embargo los muslimes timoratos ven con escándalo campear sobre la fachada del palacio de Azzahra una estátua de muger, figuras de animales en las fuentes de sus jardines , en la puerta principal del palacio de Córdoba una figura de hombre, y finalmente, en el acueducto que une la sierra con la parte occidental de la ciudad, un leon colosal revestido de láminas de oro puro con dos piedras de inestimable valor en los ojos, el cual vierte por la boca las aguas traidas de la montaña en el gran depósito de la poblacion.
Verlo esto los timoratos y echarse á correr propalando que la revolucion había comenzado, fué cosa de un segundo. Cerráronse atropelladamente las pocas tiendas que quedaban abiertas, chinos hubo que se dejaron fuera piezas de tela, y no pocas mujeres perdieron sus chinelas al correr por las calles.
Hasta se confesaba, en principio, partidario de las teorías de Darwin, cosa que tenía sorprendidos e inquietos a algunos de sus timoratos amigos y penitentes, pero esto mismo contribuía a infundirles más respeto y admiración. Cuando hablaba para las señoras solamente, prescindía de toda erudición que pudiera parecerles enfadosa; adoptaba un lenguaje mundano.
La sarracina continuaba; muchos timoratos escapaban a la calle Piedad, espantados; otros se guarecían detrás de las puertas, de las columnas, de las mesas. Y en medio de la confusión, de las voces, de las carreras, de los golpes, la enseña de la autoridad se mostró... Rocchio, indomable, protestaba, siempre al pie de la pizarra y los compañeros de Jacinto.
Aterrado el P. Irene huyó y, como el cadáver se le había agarrado, en su huida lo arrastró fuera de la cama, dejándolo en medio del aposento. A la noche el terror llegó á su máximum. Habían tenido lugar varios hechos que hacían creer á los timoratos en los agentes provocadores.
Abríle con curiosidad, y vi que, en efecto, era un sainete, cuyo argumento se reducía á poner de relieve algunas escenas muy parecidas á las que acabo de referir, presenciadas por dos forasteros, asaz pulcros y timoratos, que de vez en cuando salen de entre bastidores, donde están ocultos, á lanzar al público una andanada de muy saludables, pero muy pedantescas observaciones, contra la profana costumbre de las Buenas Glorias.
Palabra del Dia
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