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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Pero de allí á poco el esposo, fué más afortunado que los golillas, y habiendo sabido el lugar donde don Bernardo de Beamonte se ocultaba, el día 28 de Marzo de 1633, fuése muy disimuladamente al convento, y habiendo conseguido llegar hasta la celda que servía de prisión al caballero, lo encontró descansando muy descuidado, y sin andarse con más palabras, le asesinó con un cuchillo.
No fue en la suerte de sus retratos afortunado el gran artista: los de los ilustres poetas y las mujeres hermosas, como Góngora y Quevedo, la dama inglesa y la Chevreuse, se han perdido: en cambio quedan de su mano aquellos rostros de príncipes y aquellas figuras de bufones, donde dolorosamente se ve nuestra triste decadencia.
Don Juan gozaba de un bienestar completo; se adormía en las ardientes ilusiones de su pensamiento; abrasaba con deleite su alma en aquel amor afortunado. ¡Suya doña Clara! ¡Su mujer doña Clara! ¡Doña Clara la madre de sus hijos, el dorado rayo del sol de su casa, su compañera de por vida! Don Juan se creía soñando, y cuando se convencía de que no soñaba, moría de impaciencia.
Ahora, tú dirás quién es más afortunado de los dos y más digno de envidiarse... ¡Cascajo! y vamos adelante con la historia, que como dé yo en irme por los atajaderos. ¿Dónde habíamos quedado con ella? ¿Qué más deseas saber?
El afortunado palurdo enviaba cualquier cosa, lo que le convenía por su baratura, y siempre se arreglaban las circunstancias de modo que encontraba el mercado vacío, los precios por las nubes, sin reparar en la calidad del género, y realizaba fabulosas ganancias.
Deseaba ir allá, pero no podía. Estaba a su lado don Matías, el afortunado exportador de naranja, aquel ricachón cuya hija Remedios pasaba el día junto a su madre como discípula sumisa. Aquel señor, de palabra pesada y tardo pensamiento, enmarañábale en su charla sobre el comercio de la naranja.
Para que el segundo número se imprimiese fue necesario repartir un nuevo dividendo pasivo a los socios, que se impusieron con gusto este sacrificio pecuniario. No fue más afortunado el segundo número de La Abeja en su aspecto económico: los chicos persistían en la idea funesta de no soltar un cuarto por aquel periódico; si querían dárselo de balde, bueno; si no, queden ustedes con Dios.
Al arroyo, hija; divertirse; usted sale de aquí, y cuando se vaya, sahumaremos, sí, sahumaremos... Perfec... tamente». Esto lo dijo en la puerta y luego se retiró sin añadir una palabra más. Doña Lupe le aguardaba en la sala para saber si había sido más afortunado que ella en la averiguación de la verdad, y allí se estuvieron picoteando un buen rato.
El espíritu se desenvuelve con el trato, con la lectura, con los viajes, con la presencia de grandes espectáculos; no tanto por lo que recibe de fuera, como por lo que descubre dentro de sí. ¿Qué le importa el haber olvidado lo visto ú oido ó leído, si se mantiene viva la facultad que el afortunado encuentro le revelara? el fuego prendió, arde sin extinguirse, poco importa que se haya perdido la tea.
Y don Rodrigo, armado con aquellas cartas, obrando por cuenta propia, era omnipotente: hubiera dictado condiciones á Margarita de Austria, te hubiera vencido, hubiera ocupado acaso ya tu lugar, un lugar que, si no le pones fuera de combate, ocupará algún día; ¿comprendes ahora todo lo que debes á ese afortunado joven? ¡Oh! ¡oh! ¡y yo ciego!...
Palabra del Dia
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