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La sola particularidad que se advertia en cuanto á los trages de estos indios, era la desnudez de las criaturas de ámbos sexos, que hasta la época de su pubertad no llevaban otra cosa que una liga mas abajo de la rodilla, y otra en el empeine del pié; las niñas se ponian ademas un cinturon. Es de suponer que el régimen gubernativo de los Itonamas no debia diferenciarse del de los Moxos.

Tal dominio llegó a ejercer sobre Doña Francisca, que la pobre viuda no se atrevía ni a rezar un Padrenuestro sin pedir su venia a la dictadora, y hasta se advertía que antes de suspirar, como tan a menudo lo hacía, la miraba como para decirle: «No llevarás a mal que yo suspire un poquito». En todo era obedecida ciegamente Juliana por su mamá política, menos en una cosa.

Acostumbrado Fray Miguel a disimular sus emociones, a no confiarse a nadie y a no desahogar confesándolo lo que tenía en su pecho, no mostraba en lo exterior ni para cuantos le rodeaban alteración ni cambio. Como además fijaba poco la atención y todos le tenían por persona menos notable de lo que era, nadie advertía el cambio imperceptible y lento que en él se había realizado.

Sin volver hacia ellas la cabeza, advertía que todas las costureras la miraban con el rabillo del ojo. Veía con el pensamiento el esbozo de sonrisa que se formaba en sus rostros. Todos los días pasaba igual. Antes de llegar Gonzalo, las costureras se complacían en dirigir, siempre que venía a cuento, alguna pulla a la novia. Cecilia, ¿cuál de estas camisas te vas a poner el día de la boda?

Pero en su afable sonrisa se advertía un leve matiz de duda, algo que decía: «Si no han venido aún las reyertas, vendrán, querido, no lo dude ustedLe confieso que tengo un disgusto, pero es de orden más inferior y más soportable. Acabo de saber que he quedado cesante. Romadonga se mostró sorprendido. Después procuró poner la cara triste adaptándose a las circunstancias.

Porque me pareció que también ella estaba enamorada de Medrano. A José Luis no le interesaban gran cosa los relatos de la anciana. Se advertía su atención distraída y la extrañeza que le causaba la evidente despreocupación de su novia de la adolescencia.

Cuando él hablaba, fingía distraerse, le dejaba conversando con Zoraida y llevándose a Laura al otro extremo del salón, se ponían a hojear el álbum de los retratos abierto sobre la falda de ambas. Sentía, sin saber por qué, la necesidad de mostrarle indiferencia. Sin embargo, no advertía en Julio señal alguna de que esta actitud le afectara.

Un pavo real, que no se había dejado ver en todo el invierno, escalaba lentamente el caballete de un tejado, sobre todo a la tarde, como si prefiriese para sus paseos la tibieza moderada de un sol bajo; abría sobre el fondo azul del cielo la enorme cola y lanzaba penetrante grito, enronquecido como todos los ruidos que se oyen en las ciudades. Así advertía que cambiaba la estación.

Paz decía algunas veces para sus adentros: «¡Pobre muchachoPepe pensaba: «¡Parezco tontoNinguno advertía que aquel juego era peligroso. ¿Cómo había él de imaginar que Paz estuviese al alcance de su deseo, ni quién se atrevería a despertar en ella recelo de aquel desdichado? Mas fue Dios servido como decían los místicos que comenzase a suceder con las palabras lo mismo que con las miradas.

¿No la conoce usted? preguntó algo acortado por la intención que advertía en las palabras de D.ª Josefa. No, señor, es forastera. Pues hágale usted subir. Tardó pocos segundos en aparecer una linda joven como de veinticuatro años, rubia, de rostro blanquísimo y facciones delicadas, vestida con elegancia peregrina. En su vida había visto el P. Gil, ni aun en Lancia, una dama tan distinguida.