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Actualizado: 9 de junio de 2025
Poldy, casi desesperada ya de volver a ver la cigüeña, acudió, no obstante, como de costumbre, entre diez y once de la mañana, a la orilla de la laguna.
Para hospedarle con decoro y hasta con lujo, acudió a doña Luz pidiéndole las mejores habitaciones de su casa solariega, no ocupadas por su sobrino; y para ofrecer a D. Jaime un buen caballo en que montar e ir de pueblo en pueblo, acudió asimismo a doña Luz, pidiéndole prestado su hermoso caballo negro. Doña Luz tuvo que acceder a todo.
La joven dormía profundamente, y en su boca, entreabierta por el sueño, lucia una sonrisa de deleite. Dejémosla dormir dijo el duque de Osuna , y entretanto dispongámoslo todo para apartarla de aquí. Y bajó, abrió una reja y dió una palmada. Acudió un hombre. ¿Eres tú, Díaz? dijo el duque. Sí, excelentísimo señor. ¿Sabe alguien quién es la dama que está conmigo en esta casa?
Acudió a la llamada enérgica de Leto, el cual le dijo: La señorita desea hablarte: baja. Y bajó al fondo del pozo.
»Llamé, y nadie acudió; traté de hablar, y se me impuso silencio; pedí que al menos se me permitiese ver la luz del día: pero esto no se me concedió sino al día siguiente, y sólo entonces supe la verdad. »Carlos fue herido en el brazo, pero su herida no era grave.
Estaba muy suspenso qué haria, Y cien veces matarse allí ha querido. En esto oyó sonar gran gritería: Dejando al uno y otro allí tendido, A la grita acudió con grande priesa, Y sale de la selva verde espesa.
Acudió maese Nicolás a rogarle lo mesmo, y Sancho también; lo cual visto del cura, y entendiendo que a todos daría gusto y él le recibiría, dijo: -Pues así es, esténme todos atentos, que la novela comienza desta manera: Capítulo XXXIII. Donde se cuenta la novela del Curioso impertinente
Halléme obligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre, a que uno respondió estas formales palabras: ''Pues, ¿a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público? Acudió otro de aquellos caballeros con este pensamiento y con mucha agudeza, y dijo: ''Si necesidad le ha de obligar a escribir, plega a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo''. Bien creo que está, para censura, un poco larga; alguno dirá que toca los límites de lisonjero elogio; mas la verdad de lo que cortamente digo deshace en el crítico la sospecha y en mí el cuidado; además que el día de hoy no se lisonjea a quien no tiene con qué cebar el pico del adulador, que, aunque afectuosa y falsamente dice de burlas, pretende ser remunerado de veras.
Y se hizo el lujoso entierro, y acudió á él mucha y lucida gente, lo que fué para Torquemada motivo de satisfacción y orgullo, único bálsamo de su hondísima pena. Aquella lúgubre tarde, después que se llevaron el cadáver del admirable niño, ocurrieron en la casa escenas lastimosas.
Nuestros gastos habían subido considerablemente; hubo que pagar a una criada, y fué preciso comprar no sé qué medicinas muy caras que recetó Sarmiento, y vino de suprema clase para la enferma. Andrés, generoso como siempre, acudió en mi auxilio. No te aflijas, me decía, el tenducho da para mucho. ¡Toma! Y puso en mis manos un rollo de pesos.
Palabra del Dia
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