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Actualizado: 29 de junio de 2025


Acuérdate, hombre, que eres polvo y en polvo te has de volver, en cuanto al cuerpo, pues eres hombre de humo ó tierra.» ¡Lee esto! ¡lee esto! decía el millonario abriendo el libro por aquella misma página que tenía señalada, como si fuese su obsesión. ¡La Muerte! murmuraba luego.

Gozándose él en aquel asombro risueño, le contó: Anoche te salvé; te redimí; te traje conmigo a la paz y al amor, ¿no te acuerdas?... Aquí está la primavera, vestida de galas para ti...; aquí está mayo, loco de alegría, lleno de rosas...; aquí está la mañana de mi esperanza.... Carmen, ¡acuérdate!: ha salido el sol.... Dios te mira y te sonríe y te ofrece la felicidad...; ya se acabaron las sombras de tus penas..., ya toda la vida para ti es luz....

Estas palabras decían: «Acuérdate de Elena cayó de rodillas. ¡, , Germán de mi alma, esposo mío, me acuerdo de ti, y me acordaré mientras me quede un soplo de vida! ¡Dios mío, Dios mío!, ¿qué es lo que he hecho? Y la infeliz apretaba sus labios contra el frío mármol y regaba la inscripción con sus lágrimas. FIEROS DESENGA

Acuérdate de la pobre sensitiva; ayer quise contemplarla y la encontré marchita, muerta. Haré lo que quieras, Magdalena. Siéntate y deja que me siente en este almohadón, a tus pies. Si mi amor te conmueve demasiado te hablaré como un hermano. ¡Gracias, Dios mío!

De nada vale el trabajo sin orden y economía. Perfectamente; muy bien pensado y dicho. exclamó Relimpio, dando todo su asentimiento a tan hermosa idea . Si no, acuérdate de lo que hacía mi pobre Laura con lo poco que se ganaba. Hacía milagros.

Pues más tarde ó más temprano será tuya. ¿Mía? , tuya... Y cuando lo sea, acuérdate de estas pobrecitas amigas y no les subas la renta. Las otras dos mujerucas le clavaban igualmente sus ojos sonrientes, maliciosos. Flora entendió y una ola de sangre le subió al rostro y le apretó la garganta. Ella, tan charlatana, no pudo proferir una palabra. Volvióse rápidamente y se alejó á paso vivo.

Y las montañas, con sus bosques, sus peñas y sus ruinas, permanecerán siempre en el mismo sitio, como diciéndonos: ¡Acuérdate, acuérdate! Ya me has visto, ahora me ves y seguirás viéndome por los siglos de los siglosAsí soñaba la anciana, y el porvenir no la causaba ya miedo; los pensamientos sólo eran para ella recuerdos.

«Acuérdate» arrullaban las tórtolas produciendo su nota melancólica y tierna en el silencio de los grandes bosques. Pero Raúl no se acordaba... No tengo ningún remordimiento, querido tío respondió con desenvoltura. Neris hizo un gesto vago. Eres muy feliz dijo sencillamente. Prodújose un momento de silencio.

Pero la súplica volvió á reanudarse á los pocos instantes, reconcentrada, tenaz, atenta únicamente á su deseo, despreciando los nuevos obstáculos que venían á interponerse entre ella y el capitán. ¿Tanto me odias?... Acuérdate de la felicidad que te di: mismo me juraste que nunca habías sido tan dichoso. Puedo resucitar otra vez el pasado.

El nombre de Momaren iba á figurar entre los primeros culpables que castigaría la futura Revolución. No protestó Popito . Acuérdate, Ra-Ra, que el Padre de los Maestros es mi padre. Di tu madre, para hablar lógicamente repuso el joven. , mi madre, conforme á los usos del antiguo régimen, y yo te pido que la respetes. Momaren tiene un alma generosa.

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