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Ana de Barrios, nacida en Nápoles. Clara Camacho, valenciana, de la que se cuenta que, al representar un auto, fué acometida de repente de escrúpulos religiosos, á consecuencia de los cuales renunció al mundo para siempre. Antonia Infante. Eufrasia María de Reina. Josefa Morales. Inés Gallo. Manuela de Acuña. Manuela Escamilla, de una familia de la cual salieron muchos actores y actrices famosos.

Mi propia vida interior, cuando la externa no ofrece interés, basta para entretenerme. Sin embargo, sentíme ayer tarde acometida por invencible melancolía. «¿Qué hacerme dije . Y para combatir la murria, ocurrióseme ir a visitar a mi amiga Margarita, la viuda de Esquilón, en quien la sensibilidad y estado de ánimo constituyen siempre un divertido espectáculo.

Ponía una de cal y otra de arena, mezclando las contestaciones categóricas con los mimos y las zalamerías. Bien sabía cuál era el flanco débil del enemigo. Pero Barbarita, mujer de tanto espíritu como corazón, se las tenía muy tiesas y sabía defenderse. En algunas ocasiones era tan fuerte la acometida de cariñitos, que la mamá estaba a punto de rendirse, fatigada de su entereza disciplinaria.

La frente arrugada, los ojos serios, volvió a pasar el puente y marchó por el monte a paso más vivo. Los árboles se hicieron cada vez más raros y más bajos, la maleza obstruía los senderos. En algunos sitios libres crecían el tomillo y el romero. Acometida de un fuerte enternecimiento al recuerdo de su marido arrancó algunos puñados y se los llevó a la nariz con los ojos mojados de lágrimas.

El torero, aprovechando la estupefacción del animal, quedó erguido a pocos pasos de su hocico, sacando el vientre como si le desafiase. Sintió «la corazonada» precursora feliz de sus grandes atrevimientos. Había que conquistar al público con un rasgo de audacia, y se arrodilló ante los cuernos con cierta precaución, pronto a levantarse al más leve intento de acometida. El toro permaneció quieto.

Prodújose un rumor de admiración. ¿Y vuesas paternidades habéis recibido nuevas cartas de Francia? preguntó don Alonso al padre Jaime Rodríguez, de la Compañía de Jesús. Casi todas se quedan por el camino. Este mes sólo una ha logrado llegarnos. Trae algunos pormenores de la primera acometida del Bearnés sobre París, en diciembre pasado. Sepamos, sepamos.

Ahí está la cabeza del Sarraceno, iba diciendo á sus compañeros; lo cual prueba que por aquí anda Sir Bernardo de Brocas, á quien esas armas pertenecen. Yo le en Poitiers, en la última acometida que dimos á los elegantes caballeros franceses y os aseguro que peleó como un león.

Y mientras esto decía el tío Frasquito, iba poco a poco escurriendo escurriendo su solapa de manos de Diógenes, hasta que, libre al fin, abrochóse prontamente el gabán hasta la barba, para poner a cubierto su nívea pechera de cualquier acometida de Diógenes. Este, dejándole hacer, tornó a preguntarle: ¿Y cuándo se va Jacobo a Biarritz?... Mañana por la noche...

Pero D.ª Josefa, hasta que llegó a ella, siguió gritando: ¡No hay justicia que azote a esa mala mujer, que la emplume!... ¡Bribona, que has andado siempre detrás de los curas, como una perra salida!... ¡Meterla en un baño de agua fría para que se refresque!... Otro hujier fue a expulsar a la otra; pero en el momento de acercarse, Obdulia se desplomó, acometida de un síncope.

Leía Derecho civil, leía un Código de comercio que tenía por apéndice un tratado de teneduría de libros; consultaba con Cernuda el joven, elocuente abogado y... nada más. El tío se preparaba sin duda. Esperaba una acometida. ¡Oh! ¡Bien sabía Bonis que Nepo tendría armas con que defenderse!