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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Su estatura recordaba la del viejo Hellinger, quizá en mayor proporción, y el rostro también presentaba una semejanza que no podía engañar; pero las facciones, que en el padre habían conservado, hasta bajo los cabellos blancos, una amable dulzura, se habían acentuado en él en pliegues duros y graves que indicaban, al mismo tiempo que la altivez, un humor sombrío y siempre inquieto.
En general el lenguaje es allí un patuá de sonidos vigorosos, áspero, y en extremo acentuado, muy expansivo y libre, y en muchas palabras duro hasta lastimar los tímpanos. Algunas de sus frases, entre las pocas que pude entender, me parecieron de una energía enteramente oriental y de una singular sencillez.
Parecía tan corriente, como si viviese del mísero sueldo de un empleo... su originalidad estaba en su rostro, sin barba, de líneas fuertes y duras, la nariz brusca, presentaba la expresión rapaz y amenazadora de un pico de águila: el corte firme y acentuado de sus labios daba a su boca una expresión maligna; los ojos, al fijarse, semejaban los encendidos fulgores de un disparo, salido súbitamente de entre las zarzas tenebrosas del entrecejo fruncido; era lívido, mas, por su piel, corrían a veces radiaciones sanguíneas, como en un viejo mármol fenicio.
Al poner el pie en el estribo, limitóse a decir el viajero en francés muy bien acentuado: Grand Hôtel... Boulevard des Capucins... El coche arrancó dando tumbos como cualquier simón de nuestra España, y el viajero no pareció experimentar esa sorpresa mezclada de admiración, curiosidad y entusiasmo que embarga a todo el que llega a París, una, dos, tres y hasta cuatro o cinco veces.
Poco después, con ánimo de socorrerla indirectamente, y sabiendo cuál había sido de soltera su oficio, la dio alguna ropa que arreglar, y, hoy un viaje de él a su casa, mañana una visita de ella a la imprenta, al cabo de algunas semanas, como esto coincidiese con el acentuado desvío de Leocadia, comenzó a fijarse en Engracia, requebrándola entre rudo y amartelado con una delicadeza a que ella no estaba acostumbrada.
Doña Lupe y Fortunata entraron, precedidas de Severiana, en el aposento de la enferma, que estaba incorporada en la cama. Le habían cortado el pelo días antes para poderle curar la herida de la cabeza; su perfil romano se había acentuado; era más fina la nariz, la quijada inferior abultaba más, y la extenuación le agrandaba los ojos.
El idioma de los Canichanas, que no contiene una sola palabra semejante á las de los otros idiomas de la provincia, es musical, muy acentuado, y duro á la audicion algunas veces por los sonidos guturales que resultan de ciertos vocablos compuestos de muchas consonantes juntas, como jl, tz, ts.
Es que las agrupaciones humanas sacan su cultura del comercio intelectual, como los individuos educándose recíprocamente, y así cuando los romanos no tuvieron de dónde sacar o de quién adquirir nuevos instrumentos de cultura, teniendo de sobra en quienes degradar la propia, con los sesenta millones de bárbaros, incorporados a la sociedad romana como esclavos, y que, por lo pronto, redujeron a la mayoría de los hombres libres a la miserable condición de siervos o de clientes de los ricos, gobernando a los peores que ellos rebajaron su capacidad de gobernarse, en las circunstancias mismas en que una variación intelectual, de origen interno, empezaba a cambiar la orientación política que subordinaba el individuo al "servicio del Estado", por la ordenación teológica que lo subordinó al "servicio de Dios", sobre el mismo o a un mayor desconocimiento de lo que hoy llamamos los "derechos del hombre", más particularmente acentuado sobre esa vasta provincia de jurisdicción eclesiástica, que ha costado tanta sangre, lágrimas, atraso y miseria, y que, por ello precisamente, nuestra constitución declara "reservada a Dios y exenta de la autoridad de los magistrados".
¡Capitán! ¡capitán! repitió con acentuado desprecio. ¿Capitán de qué? ¿de este cajón con ruedas? ¡Mil rayos y bombas! ¡Capitán de río, sin rol, sextante, ni brújula, con cuatro rajas de leña en la bodega, una derrota de diez horas, un buque en miniatura y un tiquín por timón! ¡Vaya un capitán!
Como no podía concebir que mujer alguna rechazase los obsequios de su querido, estaba persuadida de que Paca los alentaba. Esta, al principio, no dió importancia á su actitud: la vió triste y seria, y pensó que su desgraciada situación y el desvío cada vez más acentuado de Velázquez eran la causa.
Palabra del Dia
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