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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Julio, á pesar de la herida, continuó al frente de su sección, defendiendo la fábrica contra fuerzas superiores, hasta que al fin llegaron auxilios y el terreno quedó definitivamente en poder de los franceses. ¿No fué así, hijo mío? terminaba don Marcelo. El hijo asentía, deseoso de que acabase cuanto antes un relato molesto por su persistencia. ; así había sido.

En cuanto a Fortunata, se sentía profundamente lastimada, y deseaba que su marido acabase de contar aquellos tristísimos lances, para que la conversación recayese en otro asunto.

Se besaban entre bocado y bocado, marcándose en las mejillas redondeles de vino y de grasa: ¡Cochino, cómo me pones! decía Feli con gracioso mohín, limpiándose la cara . ¡Ay! ¡Déjame comer! ¡déjame tranquila! Mira que estoy cansada, que deseo paz... que aún nos queda mucho por arreglar. La presencia del señor Vicente hizo que el almuerzo acabase con cierta tranquilidad.

Y por su imaginación danzaban ideas sueltas, apenas esbozadas, que parecían buscarse y perseguirse para completar un pensamiento. De pronto, al sonar a lo lejos otra vez el quejumbroso padrenuestro de la fiera encerrada, el periodista se incorporó nerviosamente, como si acabase de atrapar la idea fugitiva, fijando su vista en aquel saco que estaba a los pies del recién llegado.

Y los dioses subían y bajaban, a llevar y traer a Júpiter los recados de los troyanos y los griegos; o peleaban sin que se les viera en los carros de sus héroes favorecidos; o se llevaban en brazos por las nubes a su héroe para que no lo acabase de matar el vencedor, con la ayuda del dios contrario.

Antes de que se vaciase la botella, otra ocupaba instantáneamente su sitio, cual si acabase de crecer del fondo del cubo. La marquesa, que miraba á todos lados con cierta impaciencia, sonrió de pronto haciendo señas á un señor que acababa de entrar. Era Fontenoy, y vino á sentarse á la mesa de ellos, fingiendo sorpresa por el encuentro.

Este no jugaba nunca, pero ¡sabía tanto, á pesar de que muchos le tenían por loco!... Treinta años antes había salido un día de su casa en París, diciendo que iba á comprar tabaco, y aún no estaba de vuelta. Su mujer había muerto sin verle, y sus hijos, con un sinnúmero de nietos nacidos y crecidos durante su ausencia, deseaban que nunca acabase de hacer su compra.

Tras el desahogo del llanto, quedó fatigado, con los miembros entumecidos, como si acabase de hacer una larga marcha. No supo si había dormido o si el tiempo pasó con extraordinaria rapidez; lo cierto fue que al apartar las ardientes manos mojadas en lágrimas y erguir su cabeza, vio que era de noche.

Viéndose, pues, solo, comenzó a cargar tanto la imaginación de su desventura, que claramente conoció que se le iba acabando la vida; y así, ordenó de dejar noticia de la causa de su estraña muerte; y, comenzando a escribir, antes que acabase de poner todo lo que quería, le faltó el aliento y dejó la vida en las manos del dolor que le causó su curiosidad impertinente.

Corrió la gente a las cubiertas casi a medio vestir, y sus ojos, habituados al infinito azul, tropezaron rudamente con la visión de las tierras inmediatas, costas negras cubiertas hasta la cima de bosques lustrosos, de un verde tierno, como si acabase de lavarlos la lluvia. A ambos lados del buque alzábanse las montañas que guardan la entrada de la bahía de Río Janeiro.

Palabra del Dia

hociquea

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