Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de mayo de 2025
Ella había gustado siempre de la sociedad de los hombres... Luego interrumpió el curso de la conversación para preguntar a Ojeda cuánto tiempo había vivido en los Estados Unidos; y al enterarse de que nunca había estado allá, prorrumpió en una exclamación de asombro: «¡Ahó!». Se echaba atrás, como si la acabase de ofender una falta imperdonable de respeto.
Entró en la tienda hecho una lástima, oliendo todavía a estiércol y a requesón agrio, como si acabase de abandonar el corral de ganado.
-Por amor de Dios -dijo Sancho-, que mire vuestra merced cómo se da esas calabazadas; que a tal peña podrá llegar, y en tal punto, que con la primera se acabase la máquina desta penitencia; y sería yo de parecer que, ya que vuestra merced le parece que son aquí necesarias calabazadas y que no se puede hacer esta obra sin ellas, se contentase, pues todo esto es fingido y cosa contrahecha y de burla, se contentase, digo, con dárselas en el agua, o en alguna cosa blanda, como algodón; y déjeme a mí el cargo, que yo diré a mi señora que vuestra merced se las daba en una punta de peña más dura que la de un diamante.
Además, acabase aquello como acabase, él estaba seguro de que nada tenía que ver lo que él sentía por Ana con la vulgar satisfacción de apetitos que a él no le atormentaban.
Pues a fe replió el Francés que primero que el Rey de España.... Y antes que acabase la razón el Gabacho, dijo don Cleofás: El Rey de España....
Garabato se metió bajo un brazo un gran lío de trapos rojos, por cuyos extremos asomaban las empuñaduras y conteras de varias espadas. Al descender Gallardo al vestíbulo del hotel, vio la calle ocupada por numeroso y bullente gentío, como si acabase de ocurrir un gran suceso. Además, llegó hasta él el zumbido de la muchedumbre que permanecía oculta más allá del rectángulo de la puerta.
Ojeda escuchaba su voz sin saber qué decía, pensando en Teri, viéndola junto a él bajo una nueva forma. Miraba a Mrs. Power como si fuera una máscara que acabase de encontrar en un baile y de la cual conocía el secreto a pesar de la voz fingida y el rostro desfigurado. Llevaba varios días poblando la vida solitaria de a bordo con la imagen de Teri.
Cesaban las risas, se entenebrecían los rostros, y el capitán Valls paseaba en torno sus ojos de ámbar, respirando satisfecho, como si acabase de alcanzar un triunfo, mientras el pequeño volumen volvía a ocultarse en su bolsillo. Una vez que Febrer figuraba entre los oyentes, el marino le dijo con voz rencorosa: Tú también estabas allí. Es decir, tú no.
Era una sombra del pasado, y si llegaba a ceder en un momento de bondad, se arrepentiría luego, viendo en Ojeda un gesto de decepción, lo mismo que si acabase de sufrir un engaño. «No, novio mío, no.» Lo importante era amarse.
Parecía abstraído, y de pronto hizo un gesto de asombro y de inquietud, como si acabase de descubrir una temible verdad. Volvió la espalda á Sebastiana y anduvo velozmente hacia el sitio de donde había venido. Quedó asombrada la mestiza viendo correr al ingeniero, cada vez más apresuradamente, como si sus palabras le hiciesen temer que podía llegar tarde.
Palabra del Dia
Otros Mirando