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Actualizado: 16 de noviembre de 2025


La congregación de El santo celo por la salvación de las almas y conversión de los que están en pecado mortal, fué de aquellas instituciones religiosas que dieron una nota gráfica la España negra y á la sociedad supersticiosa de nuestros abuelos, aunque parezca extraño y con cierto orgullo se envanecen algunos autores de que Sevilla fué la primera que la tuvo entre las capitalas de España.

Entreguen ustedes a los descendientes del alférez Vargas lo que mis abuelos tuvieron a bien darle, y no se hable más del asunto». Y tengo la certeza de que así lo escribiría el buen rey si alguien le hablase y le enseñase nuestros papeles.

Gustaba de hacer consideraciones picarescas sobre el espanto que se apoderaría de nuestros abuelos, si de repente los metiesen en el coche de un ferrocarril, o les dijesen que podían conferenciar cuando quisieran con un amigo residente en la Habana.

Pero volvamos a nuestro progreso. Peor aún que la sequedad, es para nuestra agricultura la ignorancia y la rutina del pueblo labrador. Toda invención y aplicación científica la rechazan, creyéndola mala. «Los tiempos pasados eran los buenos. Así cultivaban mis abuelos y así debo hacerlo yoLa ignorancia se ve convertida en gloria nacional. Y no hay que esperar por ahora el remedio.

Mi dios se venga de los que le llaman vil sometiéndolos a la humillación, que es el mayor de los envilecimientos. Miró a Ojeda largamente con extrañeza, y luego continuó: ¡Y que un hombre de su talento no crea que el dinero es el móvil de las más grandes acciones!... Acuérdese de los primeros navegantes que rasgaron los misterios del mar: de nuestros respetables abuelos los argonautas.

Al ver burlado el misterio con que trataban ausencia mentirles, juzgan más próxima la vengadora refriega, y al viento dan los aceros, apoyanlos en las piedras, y de las lucientes hojas probando la resistencia, llegan a poner las puntas, de las guarniciones cerca; y al clavarlas en el suelo, sienten hervir en las venas de sus abuelos la sangre, que fué su mejor herencia, y acariciando la santa memoria de sus proezas, murmuran ¡desperta ferro! siguiendo la usanza vieja.

Aquellos viajes eran de meses y los nuestros son de días; pero representan lo mismo, pues nosotros vivimos y sentimos con mayor velocidad que nuestros abuelos... No pase usted cuidado: recobraré mi cordura al llegar al último puerto, y todos harán lo mismo. Tal vez por eso dice usted que las amistades hechas en un buque rara vez se prolongan en tierra.

¿Te acuerdas, hermano le preguntó la marquesa sonriéndose , cuando cantábamos el zorongo y el trípoli? ¿Qué cosas son zorongo y trípoli? preguntó el barón a Rafael. Son respondió los progenitores del sereni, de la cachucha, y abuelos de la jaca de terciopelo, del vito y de otras canciones del día.

Uno de tus abuelos, un Febrer, llevaba la bandera verde, como alférez mayor del Tribunal; y las damas de tu familia fueron en carroza al pie del castillo para presenciar la quema. Jaime, molestado por el recuerdo, levantó los hombros. ¡Cosas viejas! ¿Quién se acuerda de lo que ya pasó? Sólo algún loco como ... Anda, Pablo, cuéntanos algo de tus viajes... de tus conquistas de mujeres.

¡Ah! pues mira, también que el escribiente del tribunal de V... gusta de ti; no tiene abuelos, ¿quieres que le diga que en vista de ello, la señorita de Lavalle está dispuesta a casarse con él? No os burléis de mi, tío; bien sabéis que soy aristócrata hasta la punta de los dedos respondí, aprovechándome de la ocasión para admirar mis afiladas manos. Es lo que creo, si no engaña tu aspecto.

Palabra del Dia

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