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Actualizado: 16 de junio de 2025


Pero es un error suponer que nuestros graves abuelos, aunque acostumbrados á hablar de la existencia humana y pensar en ella como si fuese una mera prueba y una lucha constante, y aunque se hallaban preparados á sacrificar bienes y vida cuando el deber lo requería, hicieran caso de conciencia rechazar todas aquellas comodidades, y aun regalo, que estaban á su alcance.

«Y ahora venía otro Reyes. Es decir, algo del espíritu y de la sangre de su padre». Bonis tenía la preocupación de que los hijos, más que a los padres, se parecen a los abuelos. La palabra metempsicosis le estalló en los oídos, por dentro. La estimaba mucho, de tiempo atrás, por lo exótica, y ahora le halagaba su significado.

La prueba está en que nuestros abuelos asocian al miriñaque la evocación de su amor; y nuestros padres, al recordar sus cuitas y congojas amatorias, mezclan también a sus memorias el absurdo polisón.

Aún conservaba aparentemente Son Febrer y otros bienes de sus antepasados, pero la propiedad producía poco en la isla; las rentas, por una costumbre tradicional, eran iguales que en tiempo de sus abuelos, pues las familias de arrendatarios se perpetuaban en el disfrute de las fincas. Estos pagaban directamente a sus acreedores, pero aun así, no llegaban a satisfacer la mitad de los intereses.

La señorita de Porhoet-Gaél, que ha visto pasar este año la octogésima octava primavera de su existencia y que tiene la apariencia de una caña conservada en seda, es el último vástago de una muy noble raza, cuyos abuelos se creen hallar entre los reyes fabulosos de la vieja Armórica.

De esta traza me la pintó cuando vino a darme cuenta de sus proyectos matrimoniales, y a tomar posesión, en pura chanza, de la pobreza que le correspondía por herencia libre de tus abuelos. Fuese a los pocos días de haber venido, y no he vuelto ni volveré a verle más en la tierra. Dios le tenga en eterno descanso.

Ambas obras tienen mayor interés que las novelas, y más que novelas parecen intrincadas selvas de aventuras, lances y casos raros. Al leerlos, no podemos menos de exclamar casi con envidia. ¡Vamos, vamos, no dejaban de divertirse nuestros morigerados abuelos! Y lo que es para el mayor mérito que tienen los libros de que voy hablando, es ser muy sugestivos.

Habrá dijo repentinamente la señorita de Porhoet con voz solemne, habrá un cabildo de canónigos regulares dedicados al servicio de esa iglesia. Todos los días á la hora de maitines se dirá, en la capilla particular de mi familia, una misa rezada por el reposo de mi alma y la de mis abuelos.

Dice Pedro explicó la señorita que estuvo ahí la cadena con que tenían sujeto sus abuelos a un negro esclavo.... ¿No parece mentira que se hiciesen semejantes crueldades? ¡Qué tiempos tan malos, Julián!

Si algún labrador fuese su padre, tendría que ser de Laviana y no dejaría de saberse... Luego, una vez, siendo niña, estando en la cama, oyó hablar á sus abuelos, que la creían dormida, y por ciertas palabras vino á sospechar que recibían dinero del capitán á causa de la niña. La niña no podía ser más que ella... Luego, D. Félix la trataba con tal afecto...

Palabra del Dia

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