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Para los felices mortales que vivimos en el presente siglo, á los que tan natural y legítimo nos parece el uso de todas las comodidades y ventajas de que disfrutamos, pues que á toda hora y sin el menor empacho ponemos el grito en el cielo á la menor falta que advertimos en el cumplimiento de las ordenanzas municipales, no podemos comprender la desidia y abandono de nuestros abuelos, en cuanto al régimen y gobierno de esta ciudad en las pasadas centurias.

Sus abuelos más próximos habían sido amigos y consejeros de los monarcas, gastando en el fausto de la corte una gran porción de su patrimonio. Y este gran señor bondadoso y franco, que guardaba en la llaneza de su vida campesina la distinción de su ilustre ascendencia, era para Gallardo algo así como un pariente próximo.

Luego sonrió malignamente, y dijo en voz baja: Ya sabes que nos conocemos, y no ignoro que en tu juventud has hecho el contrabando. Se irguió Tòni con altivez. Ahora era él quien se indignaba. He hecho el contrabando; ¿y qué hay de extraordinario en eso?... También lo hicieron tus abuelos.

Ahora continuó, apoyando sus palabras con pataditas nerviosas , ahora, todo muerto por culpa del maldito Lyón, de esos gabachos que con sus máquinas endiabladas nos han arruinado.... Ya no hay moreras en la huerta; en las barracas se ha perdido la memoria de las cosechas de capullo, y ha muerto una industria... industria no; un arte que nosotros, aunque cristianos viejos, heredamos directa y legítimamente de nuestros abuelos los moros.... ¿Y en esto consiste el progreso? ¿En que unos pueblos roben a otros sus medios de vida...? Pues me futro en él y en los que le defienden.

Allí en la torre que vistió la yedra Su luz derrama la naciente luna, Y el buho errante de una en otra piedra Con su queja las ruinas importuna. Aquí á la sombra de olmos y de abetos En tumbas que la grama festonea, Duermen en tierra, ya por siempre quietos, Los rústicos abuelos de la aldea.

Todos gustamos de volver la vista atrás, de tarde en tarde, y vivir un poco la vida de nuestros remotos abuelos. La brutalidad hace renacer en nuestro interior fuerzas misteriosas que no es conveniente dejar morir. ¿Que las corridas de toros son bárbaras? Conforme; pero no son la única fiesta bárbara del mundo.

Había vendido atropelladamente la casa de sus abuelos allá en la Marina, las viñas, toda la herencia del Tritón, cuando adquirió el Mare nostrum. Su deseo era que Tòni rescatase estos bienes, instalándose en el antiguo domicilio de los Ferragut. Tienes dinero de sobra para eso y mucho más. Pero el segundo no se reanimó con estas afirmaciones optimistas.

Los de Fresnedo, los de Riomontán, los de las Meloneras y las Bovias, lo mismo que los de Villoria y Tolivia, todos habéis sido siempre unos con nosotros. Juntos han peleado nuestros abuelos, juntos nuestros padres y juntos hemos estado también nosotros siempre cuando llegaba el caso de andar á garrotazos. ¿Por qué ahora andamos apartados?

Nueva espectadora de aquellas comedias ridículas, Carmen se creyó realmente culpable y llegó a suponer que había sido grave indiscreción preguntarle a doña Rebeca si era nieta de sus abuelos. Otro día, riñendo la hija y la madre, engalladas y descompuestas, estaban ya a punto de «agarrarse», cuando Carmen, entrando en la estancia, se interpuso entre las dos con impulso bondadoso.

La sangre de los abuelos criollos despertaba en sus venas... Su hijo mayor era más equilibrado; pero en cuanto a carácter, allá se iba con el otro. ¡Gente interesante y temible!... Nélida y él eran más tranquilos, más alemanes, de genio siempre igual.