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Actualizado: 4 de junio de 2025


Poco después sus ojos leyeron las siguientes palabras: «Sírvase vuesa merced venir esta noche pasadas las once. Golpee primero tres veces y luego otras dos, muy quedo, en el postigo. Yo le abriré. Cruce el patio y el huerto y suba a la torre de la muralla. Mi señora irá luego a hablar con vuesa merced. »Vuestra fiel servidora, Alvarez

A ver, D. Benito, explíquese usted... ¡por los clavos de Cristo!... Muy sencillo, amigo mío. Ayer de tarde, en el Casino, D. Juan Nepomuceno, su tío de usted.... No es mi tío.... Bueno... su.... Bien, adelante; el tío... ¿qué? Pero hijo, ¿qué le pasa a usted? Está usted palidísimo, le va a dar algo, ¿será el calor? Abriré aquí... No abra usted... hable, hable; el tío... ¿qué?

Has de comprar mi franqueza con tu benevolencia, no con tus burlas, y si persistes en negarme tu apoyo, no tendrás de ni una palabra. Cosas podría decirte que te dejarían pasmado; pero ya sabes... no se dan gratis los secretos como los buenos días. Venga tu voluntad y abriré el pico. Es que no puedo dar mi voluntad no conociendo a quién la doy ni por qué la doy.

Y mirándose en aquellos ojitos bobos, sin expresión, que le contemplaban fijamente, Maltrana decía a su hijo con el pensamiento: -Llegarás, chiquitín. Yo marcharé a gatas delante de ti; abriré con mi lengua un camino en el barro, para que avances sin ensuciarte. No temas que caiga desalentado, que vuelva a sentirme cobarde y te abandone como a la pobre mártir.

Son exquisitos, y sentiría no encontrar uno para que nos diéramos el gran festín. Mira bien por las ramas de los árboles, porque esos cangrejos tienen la costumbre, durante el día, de dormir entre las hojas suspendidos de sus bocas o tenazas. Abriré bien los ojos, tío. Sus pesquisas no dieron resultado favorable, porque ningún cangrejo ladrón había en la isla.

34 Todo esto habló Jesús por parábolas a la multitud; y nada les habló sin parábolas. 35 Para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca; Rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo. 36 Entonces, despedida la multitud, Jesús se vino a casa; y llegándose a él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.

Y mira, Sancho, cuándo quieres comenzar la diciplina, que porque la abrevies te añado cien reales. ¿Cuándo? -replicó Sancho-. Esta noche, sin falta. Procure vuestra merced que la tengamos en el campo, al cielo abierto, que yo me abriré mis carnes.

En tal caso, no tendré necesidad de ti. No obstante, paséate por los alrededores mañana por la mañana. Si no viniese... ¡pero no, eso es imposible! vienes así que se hayan acostado. No importa a que hora. Tal vez le Tas duerma; llama de todos modos, yo te abriré la puerta. Es inútil, señora; he sido cerrajero y conservo mis herramientas. Bien, te esperaré. Pero estoy segura que el conde vendrá.

Por la última, seis rejas más allá. Pues vendré á las doce. Venid; pero no os abriré el postigo; bajaré á hablar. Bien, muy bien; me basta. Pues quedáos con Dios, que temo que mi señora me llame. Ve con Dios, y no te olvides de mi cita. No lo olvidaré; á las doce, por la última reja del lado de allá; ésta es la primera. Hasta luego. Hasta luego. La reja se cerró.

Creo lo mismo que usted concluyó animosamente . Yo removeré la tierra y abriré canales, sin abrir por eso mi tumba... Mi sepultura está en Europa. Pero ¡quién sabe las cosas que nos aguardan antes de morir en este país al que vamos llegando! Después de media noche, se retiraron los dos amigos a sus camarotes. Había disminuido la gente en las cubiertas y salones.

Palabra del Dia

lanterna

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