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Actualizado: 10 de junio de 2025


Algunas veces tropezaba la maza de un taco con el abdomen de don Pompeyo. Usted dispense, señor Guimarán. Está usted dispensado, joven respondía el pensador rascándose la barba con una ironía trágica, profunda, y sonriendo, mientras movía la cabeza dando a entender que estaba perdido el mundo. Aburrido de tanta superficialidad subía al cuarto del crimen, a ver a los partidarios del azar.

Cuando el hambre no aprieta, suele desdeñar el abdomen; esto es plausible. Ron pasea por la caja, camina boca arriba por el cristal, se deja caer y cae de pie con suave movimiento elástico. De cuando en cuando se frota los ojos con los palpos, con gesto inteligentísimo. A las moscas las percibe a 12 centímetros de distancia.

El tercer oficial había salido de su camarote casi desnudo, restregándose los ojos soñolientos. Caragòl estaba en la popa, mostrando su abdomen bajo el revoloteo de la suelta camisa y llevándose una mano á las cejas á guisa de visera. Lo veo... lo veo perfectamente... ¡Ah, bandido! ¡hereje!

Su pensamiento se hizo doble. «Es inútil resistir», murmuraba en su cerebro el desaliento. Y la otra mitad de su persona afirmaba con desesperación: «¡Yo no quiero morir!... ¡no debo morirAsí vivió unos segundos, que fueron horas. Sintió el roce brutal de ocultas asperezas; luego un choque en el abdomen, que detuvo su arrastre entre dos aguas.

Muchos comerciantes que se habían endosado el frac en honor del soberano, guardaban sobre su abdomen la gruesa cadena de oro, cargada, como un relicario, de medallones, dijes, lápices y fetiches, y en los pies los fuertes botines de uso diario. Ojeda acogió con incrédula sonrisa las consideraciones de su amigo acerca de la superioridad de una raza sobre otra por la finura de las extremidades.

Pues éste, señor Vicente decía señalándose el abdomen , éste, por ahora, no imita a su santo patrón: aún no ladra. Tenga usted fe en la bondad del Señor continuaba el hermano . Todo llegará, y así que se presente el mal paso, le traeré ciertas reliquias milagrosas de un amigo mío, y una cinta de la Virgen que obra prodigios. Había comenzado el verano.

Era de baja estatura y prominente abdomen, la cara ancha, la nariz algo aplastada, y una barba en collar, de un blanco sucio y amarillento, todo lo cual le daba lejana semejanza con la cabeza de Sócrates. Al estar de pie, su vientre abultado y flácido parecía moverse con las palabras dentro del amplio chaleco; al sentarse, subíasele esta parte de su organismo sobre el flaco pecho.

Pero hemos inventado cosas de más provecho y sustancia colocando las manos extendidas sobre el abdomen : el pote gallego, la fabada, el bacalao a la vizcaína, la paella valenciana, la sobreasada mallorquina, el chorizo y la Compañía de Jesús. Y ¿dónde me deja usted el descubrimiento del Nuevo Mundo?

Un día, en la misa, el gobernadorcillo de los naturales que se sentaba en el banco derecho y era estremadamente flaco, tuvo la ocurrencia de poner una pierna sobre otra, adoptando una posicion nonchalant para aparentar más muslos y lucir sus hermosas botinas; el del gremio de mestizos que se sentaba en el banco opuesto, como tenía juanetes y no podía cruzar las piernas por ser muy grueso y panzudo, adoptó la postura de separar mucho las piernas para sacar su abdómen encerrado en un chaleco sin pliegues, adornado con una hermosa cadena de oro y brillantes.

La llegada de Maltrana interrumpió estas meditaciones. ¿Qué dice don Pepe?... Y acompañó el familiar saludo con una suave palmada en el abdomen del clérigo.

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