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No podían, con todo, los pescadores perder el tiempo; porque si los fugitivos llegaban a los bosques de eucaliptos sin abandonar su presa, no les quedaba otro recurso al Capitán y los suyos que levar anclas y desplegar las velas, abandonando aquella bahía tan rica en olutarias. Van-Stael se lanzó a todo correr por una de las gargantas de las rocas, seguido del piloto, de Cornelio y de Hans.

Esta vibración, ensordecida por muros, cortinajes y alfombras, era discreta, lejana, como el funcionamiento de una máquina subterránea; pero un clamoreo humano, una explosión de gritos y silbidos dominaba el rodar del acero y los bufidos del vapor. ¡Un tren de soldados! exclamó don Marcos Toledo abandonando su asiento.

Alejóse Eladia murmurando. Quino había desaparecido. Poco á poco también fueron abandonando la plazoleta cuantos en ella había, pues la noche iba cerrando y la cena les esperaba. Al cabo Regalado se levantó y tomando la silla se introdujo con ella en casa y cerró la puerta. Por espacio de una hora todo quedó en silencio.

Debía de ser nuevo en el establecimiento. Esto, en vez de tranquilizarle, le obligó a cambiar de postura varias veces, abandonando por el momento su habitual majestad y languidez. ¿Puedes darme la navaja que han vaciado hoy? Allá va. Fernando alargó el brazo y Cosme recogió la navaja. Un vago deseo de levantarse nació en el espíritu de Pablito.

El miedo los tenía cohibidos, y a no ser por la persuasión en que estaban de no ser Van-Stael hombre que pasara por movimiento mal hecho, no habrían tardado en refugiarse en el junco, abandonando el trépang que se oreaba bajo los toldos.

Así que la luz de la hoguera trazaba círculos luminosos en ella y corría á veces impetuosamente por debajo de la bóveda iluminando una gran extensión y prontamente se replegaba abandonando el campo á la sombra. Veíanse reflejos vivos y fugaces en las hojas de los árboles y sentíase en el rostro el calor abrasante de las llamas.

La única diferencia substancial que encuentro yo entre esta novela y las demás de Pereda, y lo que me hace declararla realista a medias, consiste en que es un libro de tesis, en que abandonando el autor, hasta cierto punto, la observación desinteresada, principal musa suya, trata de inculcar, aunque no directamente, no una, sino muchas y varias moralidades.

Es difícil que una fortuna que ascendía á cinco millones, no nos deje al menos este sobrante. Mi intención es tomar para diez mil francos y marchar á buscar fortuna en los Estados Unidos, abandonando el resto á mi hermana. ¡Basta de escribir por esta noche! ¡Triste ocupación es traer á la memoria tales recuerdos! Siento, sin embargo, que me han proporcionado un poco de calma.

Por fin, a las tres de la tarde, deshecho, llegué a una de las casuchas de Bodegas, me dejé caer, abandonando la bestia a su destino y pedí agua, más agua. La pulpera me obligó a tomar panela, que me pareció, por primera y última vez, una bebida deliciosa.

El grupo de los de la idea, abandonando el cuenco limpio ya de gazpacho, vino a sentarse en el suelo, en torno de Salvatierra. Gravemente, enrollaban sus cigarros, como si esta operación absorbiese por completo su pensamiento. El tabaco era su única voluptuosidad, y tenían que calcular la duración de la pobre cajetilla durante toda la semana.