United States or Vietnam ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los australianos se acercaban a la carrera, dando gritos y blandiendo sus azagayas de puntas de hueso y sus hachas de piedra verde, sujetas a los mangos con goma xantorrea, que es solidísima. A los primeros albores pudo distinguírseles fácilmente. Eran como trescientos o cuatrocientos; todos de mediana estatura y miembros débiles, cabezas lanudas y pechos cubiertos de tatuajes.

¡Señor! pensaba la dama . ¡Qué grande obra sería la de deshacer esta mescolanza que repugna, que envenena, que liberta el vicio de toda sanción social que le marque la frente como con una señal de infamia, y lo contenga, ya que no con el temor de Dios, con la vergüenza al menos y con el respeto humano; que familiariza con el escándalo hasta a las conciencias más rectas, y destruye la poderosa barrera de horror y de extrañeza que debe separar al bueno del escandaloso, y comenzando por hacer a este tolerable, acaba por hacerle pasar por imitable!... ¡Qué grande obra haría quien con el mismo espíritu de caridad cristiana con que se fundan asilos para huérfanos y casas de refugio para doncellas en peligro, fundase un salón para mujeres honradas y hombres decentes, en que sin riesgo alguno de mal ejemplo pudiese encontrar la juventud las justas, legítimas y aun necesarias distracciones propias de sus años; hallar sin desvergonzada levadura ese trato señoril y digno a la vez que alegre y placentero, que afina y suaviza las inclinaciones del hombre, fortalece y alecciona las de la mujer, y fomenta el trato mutuo y el mutuo conocimiento de que brotan castas simpatías, germen de puros y tranquilos amores, que sirven de base solidísima a matrimonios felices y meditados, de que nacen luego familias cristianas y ejemplares!... Y la caridad, la caridad derivada del cielo, única santa y legítima, que todo lo ve con sus ojos de lince, que todo lo abarca con su actividad insaciable, que todo lo precave con su perspicacia amorosa, y no deja dolor sin alivio, ni pena sin consuelo, ni llaga sin remedio, ¿no se ha fijado nunca en esta úlcera ensangrentada?... ¿Acaso es más digna de lástima la pobre labriega, la infeliz criada de servicio que el abandono precipita en un lodazal de escaleras abajo y salva la caridad en una casa de refugio, que la encopetada señorita, la rica heredera que un abandono distinto, sólo en la forma, precipita del mismo modo en otro lodazal de salones adentro?... ¡Y pensar que no es tan difícil el remedio como a primera vista parece; que bastaría quizá que una mujer de prestigio y de energía, cerrando los oídos a indecorosos respetos humanos y a culpables condescendencias sociales, fundase, por el amor de Dios, un salón de refugio, lanzando a los cuatro vientos de la alta sociedad madrileña, por toda esquela de convite, esta estupenda noticia: «La marquesa tal, o la duquesa cual, se queda todas las noches en casa, para las señoras honradas y los caballeros decentes»!...

Una cultura legal solidísima, mucha ciencia de la vida y del corazón humano, una natural aptitud para la observación, que en el ejercicio de su profesión se había convertido en genial clarovidencia y casi en presciencia inerrable, eran circunstancias reunidas para hacer de él una de las mejores autoridades de la magistratura helvética. Y, sin embargo, su primera vocación había sido otra.