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Arriba, en la parte más alta, había una hermosa efigie del Sagrado Corazón, y caía desde sus pies hasta abajo un gran paño de brocado recamado de terciopelo rojo, con estas palabras bordadas: Venite ad me omnes.

Aquélla estaba realmente muy linda disfrazada de dama de Luis XIV; vestido rojo recamado de oro, y manto amarillo, también bordado; el cabello empolvado, y al cuello una cinta de terciopelo negro con brincos de plata. Terminado el rigodón de honor, los jóvenes comenzaron a bailar. Pepe Castro vino a recoger a Esperancita, que paseaba con su íntima la última de Alcudia.

Cubre así a veces la cancerosa llaga de una princesa el peplo de lino recamado de rubíes. ¡El descanso, al fin! prorrumpió mi esposa sollozando. El cementerio es el descanso. , Rosalinda de mi vida. Porque había llegado el momento de que Nanela se llamase «Rosalinda», yo la llamaba «Rosalinda»... Después la llamé, ¡y siempre tan acertadamente!

Según los ejemplares existentes en la Armería Real, es de damasco carmesí, bordado y recamado de oro, mostrando en una cara la imagen de Jesús crucificado y la de la Virgen María en la otra. Adórnanlo cordones y borlas de seda y oro.

Estaba espléndidamente hermosa la ex florista con su traje de María Estuardo. Llevaba un sobretodo acuchillado de mangas abiertas, color carmesí recamado de oro; un elegante prendido de encaje y menudas florecillas de esmalte y perlas. Su incomparable belleza irritó aún más la ira de Clementina.

Era un Febrer elegante y galanteador, que había entusiasmado a las damas de Palma en el famoso auto de fe, con un vestido nuevo de paño de Florencia recamado de oro, jinete sobre un corcel tan vistoso como su dueño y llevando el estandarte del Santo Tribunal. El jesuita hablaba con líricos arrebatos de su gentil apostura.

35 Y los ha llenado de sabiduría de corazón, para que hagan toda obra de artificio, y de invención, y de recamado en cárdeno, y en púrpura, y en carmesí, y en lino fino, y en telar; para que hagan toda labor, e inventen todo diseño.

Iba aquel día bizarramente ataviada: brial de raso azul, justillo recamado de seda y oro y bien peinada la negra y undosa mata de pelo, sujeta en rodete en lo alto de la gentil cabeza por rascamoño de oro, lleno de piedras preciosas.

Era a él, a su blanco bigote de tártaro, a su panza color de oca, a quien todo un sacerdocio recamado de oro ofrecía, al roncar del órgano, ¡la eternidad de las Alabanzas! Entonces, pensando que Lisboa y el medio adormecido en que me movía, eran favorables al desenvolvimiento de estas imaginaciones, partí, viajé modestamente, sin pompa, con un baul y un lacayo.

Sus orejas diminutas balanceaban las arracadas de diamantes de una abuela. Las criadas la seguían como a una paloma que se escurre. Una buscaba ajustarle las viras del zapato; otra, enderezarle el cinturón de tela de oro recamado de aljófar.