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Sin poder leer, me puse naturalmente a contemplar a la que tan íntimamente iba a ser mi compañera de viaje. Era indudablemente bonita, grandes ojos pardos, pelo castaño, un cuerpo modelado y un pie fino y bien calzado asomaba la puntita por debajo del vestido. No pude vencer mi curiosidad; en Europa me habría abstenido de dirigirle la palabra; extranjero y en América... ¡bah!

Tengo pasto abundante, y quisiera comprar una puntita de hacienda para engordarlaSu carácter desigual y contradictorio gravitaba sobre los pobladores de sus tierras con una tiranía cruel y bonachona. No pasaba vagabundo por la estancia que no fuese acogido por él rudamente desde sus primeras palabras.

Tapón, inexorable, resolvió convertirla en ministro de sus venganzas; cogió un fino papel de seda, escribió en él: «¡Muera el padre Bonnet!», y retorciéndole muy bien una puntita, clavólo por detrás a la prisionera. Abrió luego la mano y la mosca echó a volar, arrastrando la larga cola, a modo de ave del paraíso.

768 "A naides tengás envidia: es muy triste el envidiar; cuando veás a otro ganar, a estorbarlo no te metas: cada lechón en su teta es el modo de mamar." 769 "Ansí se alimentan muchos mientras los pobres lo pagan; como el cordero hay quien lo haga en la puntita, no niego; pero otros, como el borrego, todo entera se la tragan."

Un día había entrado en el despacho del negociante más rico de la capital. Señor, que necesita usted novillos para Europa, y vengo á venderle una puntita. El negociante miró con altivez al gaucho pobre. Podía entenderse con uno de sus empleados; él no perdía el tiempo en asuntos pequeños. Pero ante la sonrisa maliciosa del rústico, sintió curiosidad.

Porque es buena y discreta no ha querido, sin duda, aceptarme por marido, a pesar de la insistencia y de la obstinación con que se lo he propuesto. ¡Cuánto se lo agradezco ahora! La misma puntita de vanidad lastimada por sus desdenes se embota ya al considerar que, si no me ama, ama mi sangre; se prenda del hijo mío.

Al pensar así, había en el ánima de nuestro buen religioso su puntita de envidia. Y esto era lo que le escarabajeaba a fray Venancio, y lo que hizo voto de realizar en pro del decoro de su comunidad. El padre Antolín, para quien el padre Venancio no tenía secretos, creyó irrealizable el propósito, pues los lienzos no los pintan ángeles, sino hombres que, como el abad, de lo que cantan yantan.