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EL MODELO. ¡Quiero decir el cuadro...! En el año próximo, si desea usted una medalla, tendrá que encargar su retrato al maestro; esto sólo cuesta veinte mil francos. Pero os pintará de pie delante del caballete. Ha hecho ya unos veinte del mismo modo.

También es de este período el retrato de un escultor que primero se supuso ser Alonso Cano y luego Madrazo, demostró que era Martínez Montañés. Es casi seguro que lo pintara cuando en 1636 el artista fue llamado a Madrid para hacer el busto del Rey que se envió a Tacca con objeto de facilitarle el estudio de la estatua ecuestre.

Entre los caballeros que rompen o manchan lirios quisiera yo que tuviese éxito mi cuadro. ¡Quién pintara de veras, y no hiciera esos borrones míos! Pedro: borrón y todo, en cuanto me ponga mejor, voy a hacer una copia para usted. ¡Para ! Juan, ¿por qué no es este el tiempo en que no era mal visto que los caballeros besasen la mano a las damas?

Al Rey debió de agradarle mucho la obra y alguna más que pintara por entonces Velázquez; pero como la Tesorería de la Intendencia de Palacio, que se llamaba el Bureo, no era ni mucho menos un modelo de exactitud en los pagos, el artista tuvo que hacer una reclamación, atendida la cual quedó aclarado que aquella famosa ración de doce reales, concedida por todo lo que pintase y que tanto enorgulleció a Pacheco, se refería a los retratos del Rey y no a los demás cuadros; dándose Velázquez por contento.

Creo que ya debemos volver a nuestros cuadros, por San Luis rey de Francia había exclamado Guy, metiéndose, sin más ni más, en el que le correspondía... Vamos, dejaos de chanzas, Guy... díjole Pablo. Pero el gascón se hacía el muerto, o, mejor dicho, se hacía el retrato, en la misma o semejante postura en que el Tintoretto lo pintara. Bajad de una vez... suplicaba Pablo.

Ese es Ferrus el pintor, dijo la tía Rojana señalando con el cucharón al dormido bebedor. ¡Y yo, tonta de , que le creí y le de beber antes de que me pintara la muestra prometida y ahora me quedo sin muestra y sin el vino que se me ha tragado ese perdulario!

Le hallé tal como Angelina me le pintara. Ya le conocerás me decía la joven es muy sencillo, muy locuaz. A veces tiene cosas de chiquillo. Por eso le quieren tanto sus feligreses. Y mira que los indios son insufribles. Dicen: «por aquí, esto, lo otro», y no hay manera de que entren en razón. Papá los sobrelleva de un modo que a las dos palabras ya están sumisos y obedientes.

Me miró entonces el mediquillo con cierta insistencia recelosa, cambió dos veces de postura en el sillón, sonrióse un poco y me dijo al fin: ¿Tacharía usted a un hombre, de los llamados cultos, porque hiciera coplas... de las buenas, se entiende, o pintara cuadros magistrales, copiados de la Naturaleza? No por cierto respondí.