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Cuando han esplanado su eterna función de atormentar las almas en el infierno, tienen que aclarar sus extrañas distracciones temporales en la tierra, y explicar como pueden ser permitidas por un Dios misericordioso.

Julia, cansada, apesadumbrada o inquieta por su hermana, y muy probablemente llena de sospechas, porque tratándose de aquella singular niña clarividente y reservada todas las suposiciones eran permitidas. Julia no debía tampoco reunirse con nosotros en el salón.

En su calidad de tío carnal, estaba autorizado para usar con la muchacha ciertas familiaridades que no les serían permitidas a otros hombres D. Jaime usaba y abusaba. Como vivía bajo el mismo techo y estaba en continuo contacto con ella para todos los menesteres de la vida, se aprovechaba lindamente de sus facultades muy más de lo que haría otro tío menos sucio. «Rosita, tráeme esto.

Tuve libros, cuadernos de estudio, horas de trabajo; con eso se acrecentó mi afición a las distracciones permitidas en los intervalos dedicados al recreo, y lo que bien puedo llamar mi pasión por el campo aumentó con la necesidad de diversiones.

Poniendo a mal tiempo buena cara, Raúl aceptó bastante filosóficamente aquel retiro, aunque Candore no le ofrecía gran variedad de diversiones permitidas... o no. La caza, la pesca, la equitación y el whist en familia, a esto se limitaban poco más o menos las primeras; en cuanto a las segundas, cero.

Mas para que se adoren los secretos de la providencia Divina, las otras dos hermanas de estos cuatro, Isabel Terongí, mujer de Agustín Cortés y Margarita Terongí, Doncella, aunque permitidas caer en igual culpa fueron asistidas de la gracia para levantarse, convertirse a la y perseverar en ella hasta la fin como de las muestras puede piadosamente creerse.

De aquí se deduce que podrían ser permitidas, si hubieran de desempeñarse por mujeres feas, torpes y mal vestidas, que ni saben bailar, ni cantar, ni siquiera declamar como deben, puesto que sólo es posible que haya buenos versos cuando el brillo y aparato de lo representado lo exige imperiosamente. Pero entonces, ¿qué actrices habían de ser esas?

Pruebas he dado yo de no serlo. Pero hay una cosa, observó el secretario; hace cuatro meses, cuando se prohibió el uso de las armas, se les ha asegurado á los importadores estrangeros que las de salon serían permitidas. Su Excelencia frunció las cejas. Pero la cosa tiene arreglo, dijo Simoun. ¿Cómo? Sencillamente.

Sus quejas no eran escuchadas, ¿qué digo escuchadas? ni aun permitidas. Para desagraviarlos en los ultrajes que de toda suerte de gentes recibian, se levantaban montes de dificultades, i para castigarlos en las faltas mas pequeñas, se presentaban á los jueces precipicios i derrumbaderos en donde arrojarlos con mayor facilidad.