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La pobre esposa, morena, enjuta y obediente, le veía llegar con alegría y con susto, como si fuese una tormenta de lluvia interminable. Cuando Tòni se sentía héroe, sus hazañas iban más allá del cero de la decena.

Poniendo a mal tiempo buena cara, Raúl aceptó bastante filosóficamente aquel retiro, aunque Candore no le ofrecía gran variedad de diversiones permitidas... o no. La caza, la pesca, la equitación y el whist en familia, a esto se limitaban poco más o menos las primeras; en cuanto a las segundas, cero.

Pero D. Joaquín nada tenía que perder tampoco en lo que toca a buen nombre y fama. No eran en esto dos nulidades o ceros cuya suma es siempre cero, sino dos cantidades negativas que se convierten en positivas al multiplicarse.

Naturalmente que este seguro no es contra la pérdida. No se ha llegado aún a constituir una compañía que asegure las rachas de un color contra el color contrario. Es únicamente para el caso de que se un aprés de treinta y una. Por un duro cada cien duros o fracción de cien duros, el jugador garantiza su capital contra lo que constituye el cero del treinta y cuarenta.

El riesgo aumenta siempre, matemáticamente, en proporción a la ganancia. No hay nada más justo. No hay nada más equitativo. Si yo fuera escultor y quisiera representar a la Equidad, la representaría en forma de croupier manejando una ruleta... Una ruleta sin cero observo yo. Claro. Una ruleta sin cero.

«¡Cuando yo decía que el número era de los más bonitos...! manifestó D. Baldomero con orgullo . En cuanto el lotero me lo entregó, sentí la corazonada». Como bonito... agregó Estupiñá , no hay duda que lo es. Si tenía que salir, eso bien lo veía yo afirmó Samaniego con esa convicción que es resultado del gozo . ¡Tres cuatros seguidos, después un cero, y acabar con un ocho...! Tenía que salir.

El enamorado agregó: «Es inteligente». Y el gran hombre puso otra vez: «cero». «Es noble» «Cero». «Tiene muy buena parentela». «Cero». «Buena educación». «Cero». El enamorado miraba atónito a su querido maestro.

En terminos nos tiene nuestra suerte, Dulces amigos, que será ventura Acabar nuestros daños con la muerte; Por nuestro mal, por nuestra desventura, Vistes del sacrificio el triste aguero, Y á Marquino tragar la sepultura: El desafio no ha importado un cero: De intentar que nos queda, no lo siento, Sino es acelerar el fin postrero.

No puede decirse que se compenetren, pues no hay penetracion cuando no hay extension; lo que se debe decir es que siendo todos cero en el órden de la extension, su suma, por grande que sea el número de los sumandos, no llegará á formar nada extenso.

Algunas noches, Spadoni se quedaba con un codo en el teclado y la frente en la diestra, como si la música le ensimismase, cuando, en realidad, lo que danzaba debajo de sus melenas eran cuadrados rojos y negros, muchos naipes y treinta y seis números formando tres filas presididas por el cero. El príncipe, molestado por este silencio, se dirigía á Castro. Cuéntanos algo de tu abuelo don Enrique.