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Enterado de tan extraño proceder, estando ya el Gobierno Revolucionario en Malolos, envió una Comisión al General Otis para tratar del asunto, quien remitió y recomendó al almirante á nuestros comisionados, los cuales no fueron recibidos por el almirante, no obstante la recomendación del General Otis.

El otro acto impolítico cometido por el General Otis, fue la publicación de la Proclama del 4 de Enero, estableciendo á nombre del Presidente Mr. Mac-Kinley la Soberanía de América en estas islas, con amenazas de ruina, muerte y desolación á todo el que no la reconociera.

Schurman, envié por tres veces mis mensajeros, pidiéndole suspensión de hostilidades. El General Otis negó á mis enviados tan justa como prudente petición, contestando, que no suspendía hostilidades mientras el ejèrcito filipino no depusiera las armas.

El General don Pantaleón García fué el único que en tan crítico momento se encontraba en su puesto de Maypajo, Norte de Manila; pues los Generales Noriel, Rizal y Ricarte y los coroneles San Miguel, Cailles y otros, estaban fuera, disfrutando de sus licencias. El General Otis, segun informes verídicos, telegrafió á Washington que los filipinos habían agredido al ejército americano.

Protesté, pues, contra dicha Proclama, amenazando también con romper inmediatamente las hostilidades; pues el pueblo entero clamaba, «traición», diciendo con fundamento, que la anunciada Comisión civil pedida por el almirante Dewey, era una farsa y que lo que había pretendido el General Otis era entretenernos para traer refuerzos y más refuerzos de los Estados Unidos, con objeto de aplastar de un sólo golpe nuestro novel y mal armado ejército.

Se veía, pues, la intención de zaherir y de ridiculizar directamente al Gobierno filipino para provocar la lucha, siendo de notar que este acto, ya no era de la soldadesca, sino del mismo General Otis, á cuya política imperialista no convenía la llegada de la Comisión civil; y mucho menos, que encontrara á Filipinas en estado de paz, porque era evidente para dicho General como, para todo el mundo, que los filipinos se hubieran entendido y arreglado amistosamente con la citada Comisión, si hubiera ésta llegado y alcanzado el estado de paz.

¡Ah! pero ni al General Otis ni á los imperialistas, convenía este paisaje. Era mejor para su criminal intención el que los comisionados americanos encontraran las desolaciones de la guerra en Filipinas, sintiendo desde su llegada el fétido olor despedido por los cadáveres de americanos y filipinos confundidos. Era mejor á sus propósitos que el caballero Mr.

Esta inexplicable conducta del General Otis, evidentemente contraria á todas las leyes del Derecho internacional y del honor militar, es la prueba más elocuente de su decidida intención de inutilizar la pacificadora misión de Mr. Schurman. ¿Qué paz puede concertarse al estruendo de los cañones y al silbido de las balas?

En tan apurada como crítica situación y antes de que llegara la ansiada Comisión civil americana, se le ocurre al General Otis, gobernador militar de las fuerzas americanas, llevar á efecto dos actos á cual más impolíticos. ¿Cómo y porqué conspiraba el Sr.

¿Se había olvidado ya el General Otis del favor que el ejército filipino le dispensara, cediéndole á él y á sus fuerzas, los arrabales y blockhaus que con tantos sacrificios se tomaron?