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Si con nosotros te quedaras; no pasarías de pobre cura de pueblo; tal vez llegases algún día a predicar en nuestra catedral; pero nada más. Yéndote a la corte, como deseo, tus méritos darán a tu carrera continuación tan lisonjera como halagüeños han sido los comienzos.

Te habló luego de tu porvenir y tu pasado; dispertó en ilusiones y esperanzas; te embriagó con fiestas y espectáculos que recordaban tu grandeza de otros dias; y alcanzó que, degenerada por tus infortunios, misma llegases á aplaudir su infame alevosía.

A no existir eso de por medio, no te aceptaría por cuñado, aunque llegases a pedírmelo de rodillas, cargado de millones... Pero el mal está hecho y hay que remediarlo del único modo que puede remediarse, aunque reventemos todos de pena... Ya sabes que yo me río del matrimonio: es una de las muchas pamplinas que existen en el mundo. Lo necesario para ser felices, es el amor... y nada más.

¡Andar, lamponas! ¡Dejáis la cama por hacer y el chiquillo por mamar! ¡Madrastras! ¡Ni os peinades tan siquiera!... ¡Andáis arañando en el pelo con los dedos por llegar seis minutos antes, ansiosas de judas! ¡ dormiste en el camino, avariciosa! Imposible que a tu casa llegases.

Después de censurar con breves y enérgicas palabras la acción de todos, ordenó a Plácido que le siguiese, y le llevó a su celda. En balde he esperado, hijo mío, hacer de ti un dechado de santidad y de paciencia, para que con el tiempo llegases a ser mi sucesor en el gobierno de esta abadía. todo lo ocurrido y no me atrevo a culparte.

Yo he sido engañada lo mismo que ... «Vendrá, y seremos felices otra vez...» ¡Ay! ¡si pudiese hablarte esta habitación... este diván en el que he soñado tantas veces!... Siempre que arreglaba unas flores en ese vaso, me hacía la ilusión de que ibas á llegar; siempre que me embellecía con un poco de tocador, me imaginaba que era para ti... Vivía en tu país, y era natural que llegases.

Te lo declaro; sólo después que te he visto dirigir las cosas, es cuando he recuperado la confianza en el porvenir. Cuento contigo, Juan. serás el continuador de mi obra. ¡Ah! la realización de mi sueño sería que llegases a ser mi hijo a otro título... Pero, esto sólo puedo desearlo; no me corresponde intervenir.

Pues hija dijo al cabo , yo te confieso que puedo enfadarme con todo el mundo y contigo también si me llegases a hacer alguna ofensa. Pues yo, contigo, no replicó con una sonrisa particular la Socorro. Amparo volvió a mirarla fijamente y con sorpresa. ¿Qué quieres decir con eso, que me desprecias? Lo que quieras profirió con el mismo gesto de desdén.

No murió tu esplendor, y en la noche del hoy aún eres tea que camina en la nada del misterio del alma femenina, un fantasma esparcido en su psicología tenue y fina, aroma desprendido del dolor de un poeta, que te dejó al morir, para que en la carrera empuñases muy alto su bandera y llegases por él hasta la meta antes de sucumbir.