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De este desequilibrio, casi universal hoy, padecía la casa de don Manuel, obligado con sus medios de hombre pobre a mantenerse, aunque sin ostentación ni despilfarro, como caballero rico. ¿Ni quién se niega, si los quiere bien, a que sus hijos brillantes e inteligentes, aprendan esas cosas de arte, el dibujar, el pintar, el tocar piano, que alegran tanto la casa, y elevan, si son bien comprendidas y caen en buena tierra, el carácter de quien las posee, esas cosas de arte que apenas hace un siglo eran todavía propiedad casi exclusiva de reinas y princesas? ¿Quién que ve a sus pequeñines finos y delicados, en virtud de esa aristocracia del espíritu que en estos tiempos nuevos han sustituido a la aristocracia degenerada de la sangre, no gusta de vestirlos de linda manera, en acuerdo con el propio buen gusto cultivado, que no se contenta con falsificaciones y bellaquerías, y de modo que el vestir complete y revele la distinción del alma de los queridos niños?

Con razón exclamaba un elocuentísimo y famoso orador español, no sin suspirar y verter lágrimas: ¡yo no como, yo me alimento! Nuestra cocina... esa que está degenerada.

Véase Al-Makkarí, libro VI, cap. II, traduccion inglesa de Gayanges arriba citada. Este gigante sin corazon ni culto es la China: sabido es que en ella no ha prevalecido jamás de una manera constante religion alguna. La dinastía de los Thang que habia puesto la China á la cabeza del Asia degenerada, tocaba en la época de que vamos hablando al término de su poderío.

El cocinero de los Sres. de Figueredo era cosmopolita en su arte, poseyendo el de la clásica cocina francesa y lo más selecto de la antigua y hoy degenerada cocina española. Se pintaba solo además para confeccionar guisos y acepipes a la brasileña, y para preparar ciertas legumbres del país, como palmito y quinbombó, haciendo deliciosos quitutes, según en Río de Janeiro se llaman.

Así, pues, la sarna degenerada que reaparece en la piel en estaciones dadas, y en formas indeterminadas, para volver á fijarse en las mucosas por todo el resto del año; los restos sifilíticos y aun las sifílides situadas en la piel y principio de las mucosas que constituye una de las últimas trasformaciones; las afecciones herpéticas sucediendo á la diarrea, al asma, al catarro; y estos, sucediendo á su vez al herpes; todas estas trasformaciones y metástasis pueden ofrecer indicaciones suficientes para la eleccion de la dulcamara.

Así que no tenía fin el desprecio que nuestro jorobado profesaba a aquella sociedad degenerada y exhausta de tejido adiposo. Sólo iba por allí a buscar a su hija, o cuando materialmente no sabía dónde refugiarse. Cuando se le acercaba demasiado, separábase dulcemente, sin extinguirse por eso su sonrisa bondadosa. En cambio D.ª Teodora le tenía un gran miedo, verdadero terror.

La semejanza que presentan entre las diátesis escrofulosa y sifilítica, como se observa entre ciertas formas de la escrófula y algunos fenómenos remotos de la sífilis, conduce naturalmente á tratarlas por este medicamento . La sífilis antigua degenerada, y ciertos accidentes ocasionados por el abuso del mercurio y del iodo, se combaten tambien con el oro cuando hay periostitis, dolores osteócopos, neuralgias congestivas, éstasis sanguíneos, lesiones de la faringe y de las fosas nasales.

Recordaba que había tenido esa intención, pero la habían hecho traición sus fuerzas. Después pensó: "Ha debido encontrarme degenerada. ¡Y estaba irónico, el muy ... ¡Bien se ha burlado de ! ¡Oh! yo tendré mi desquite y le enseñaré que todavía sirvo para darle una lección. Pero, ahora, ¿qué hacer?... ¡Ante todo, no quedar bajo el peso de esta derrota!..."

Soy yo quien ha enriquecido a usted le dijo . Le conocía de antiguo, o por lo menos conocía su reputación. Usted se ha comido su fortuna con una grandeza digna de los tiempos heroicos. Es usted el último representante de la verdadera nobleza, en esta edad degenerada. También es usted, sin saberlo, el único hombre de París capaz de interesar seriamente el espíritu de las mujeres.

El antiguo imperio de Ciro, regido á la sazon por la degenerada dinastía de los Sassanidas, de cuya raza habia nacido mas de medio siglo antes el gran Cosroës, cayó bajo la cimitarra de Khaled, á quien denominaban: «Espada de las espadas de DiosMahoma habia dicho á uno de sus compañeros: «Tu altivez y gloria serán completas cuando ostente tu cuello el collar de Cosroës,» y esta promesa habia estimulado de tal manera los brios de aquel terrible caudillo del ejército de Omar, que obligó á sus Arabes á fiar la victoria á una sola funcion contra todas las fuerzas de la monarquía persa reunidas.