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Verdad poco lisonjera á nuestro orgullo, pero indudable; certísima á los ojos de quien haya meditado sobre la ciencia del hombre.

las gracias al buen sacerdote por su afectuosidad, y acepté desde luego oferta tan lisonjera. Tengo una casa cural muy modesta añadió como que es la casa de un cura de aldea, y de aldea pobrísima. Mis feligreses viven con el producto de un trabajo improbo y no siempre fecundo. Son labradores y ganaderos, y a veces su cosecha y sus ganados apenas les sirven para sustentarse.

Tomando a Lucía y a Artegui por recién casados, se puso lisonjera, insinuante, pesadísima, y se empeñó en enseñarles un equipo completo, barato, de lo más distinguido; echó sobre el mostrador brazadas de prendas, una marea de randas, de bordados, de cintas y de batista.

En su verdadero objeto es un repertorio de la vanidad: cuando una hermosa, por otra parte, le ha dispensado a usted la lisonjera distinción de suplicarle que incluya algo en su álbum, es muy natural pagarle en la misma moneda; de aquí el que la mayor parte de los versos contenidos en él, suelen ser variaciones de distintos autores sobre el mismo tema de la hermosura y de la amabilidad de su dueño.

Juanita agradeció mucho esta lisonjera petición de doña Inés, y, casi con lágrimas de gratitud en los ojos, prometió a doña Inés que la mata de pelo sería suya cuando se la cortase.

El exclamaba al verla, como el pastor Coridón de Virgilio o como el Marramaquiz, de Lope: ¡Pues no soy tan feo! Y, verdaderamente, no era feo don Paco, ni parecía viejo tampoco. A las últimas palabras de Juanita les dio don Paco una interpretación lisonjera, pero acaso más comprometida de lo que él deseaba.

Pero si todavía es poco lisonjera la situación del escritor en España, en el horizonte se divisan ya señales de un nuevo y mejor estado. De algunos años a esta parte ha mejorado notablemente el aspecto económico de las letras: ya los autores o poetas que abastecen el teatro, pueden vivir de sus obras, y dentro de algunos años tal vez los que escriben libros y artículos puedan hacer lo mismo.

Si con nosotros te quedaras; no pasarías de pobre cura de pueblo; tal vez llegases algún día a predicar en nuestra catedral; pero nada más. Yéndote a la corte, como deseo, tus méritos darán a tu carrera continuación tan lisonjera como halagüeños han sido los comienzos.

Aunque Zorrilla, á nuestro juicio, no ha hecho hasta ahora todos los esfuerzos necesarios para demostrar su talento, no puede negarse, sin embargo, que este poeta, á la fecha en que escribimos estas líneas, es una esperanza lisonjera para lo porvenir, teniendo en cuenta sus dotes poéticas poco comunes.

Faltábale ya la energía, y sus grandes ánimos flaqueaban; perdía la fe en la Providencia, y formaba opinión poco lisonjera de la caridad humana; todas sus diligencias y correrías para procurarse dinero, no le dieron más resultado que un duro que le prestó por pocos días Juliana, la mujer de Antoñito.