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Aquellas tristezas, aquellos arranques mal disimulados de impaciencia, de despecho, que yo observaba con el rabillo del ojo ¡ay! ¡, esto era lo cierto, con el rabillo! ¿serían ilusiones mías, nada más que ilusiones? ¡Pero si no podía ser!». Y sentía sudores y escalofríos al imaginarlo.

El límite de la velocidad de este movimiento es la relacion del espacio, con un instante indivisible: cual podemos imaginarlo si Dios anonadase de repente el cuerpo intermedio.

Los testigos convinieron un duelo a sable que debía realizarse al día siguiente, en una posesión de las cercanías de Lancia. Nuestro héroe, al saberlo, sintió que las piernas le flaqueaban, no de temor, que esto ninguno osará siquiera imaginarlo, sino por la emoción de verse tan próximo a ser objeto de la curiosidad y expectación públicas, no sólo en la provincia, sino en España entera.

Además, aquí puedo prescindir de la idea de volúmen, me basta la de superficie; la extension de superficie es inseparable de la vision. No hay vision cuando no hay color, ó luz, de un modo ú otro; y esto es imposible, basta imaginarlo, cuando no hay superficie. Otra razon.

Don Jaime, después de la visita a todos los lugares, iba a pasar otros tres días en aquel pueblo. ¿Incurriría doña Luz en la debilidad de prendarse algo, de inclinarse un poco, y en balde, al diputado? Sólo de imaginarlo, de presentar en su mente la remota hipótesis, doña Luz se ponía encendida como la grana y se llenaba de vergüenza como si la ultrajasen con el desprecio.

A los cinco minutos de imaginarlo entraba Pateta en el comedor, donde, terminado el almuerzo, conversaba la familia tranquilamente antes de que Pepe marchase a su trabajo; doña Manuela y Leocadia estaban doblando el mantel, don José haciendo pitillos y Tirso hojeando un libro.

Lo más espantoso..., aunque no lo por experiencia, me horripilo de imaginarlo..., es si descubrías en tu consorte vicios y miserias que le hiciesen aborrecido y que hasta asco te causasen. Acudiría entonces a tu espíritu, ¡obsesión diabólica!, un pensamiento pertinaz que puede conducir a los mayores pecados.

No acertaba a explicarse la causa, mas por nada del mundo se hubiera valido de tal medio. ¿Escribirle? Al imaginarlo, no fue temor de herirle lo que cruzó por su imaginación, sino algo como miedo vago, pudor mortificado por mismo.

Muchas de ellas no pueden ser representadas distintamente en la imaginacion, como se ve en las que constan de muchos lados; y aun el círculo, que en la facilidad de ser representado se acerca al triángulo, no podemos imaginarlo con tal perfeccion que le distingamos de una elipse cuyos dos ejes se diferencien poco entre .

Claro está que al imaginarlo no se apenó como si se tratara de una hija suya; pero se disgustó y, sobre todo, aprovechó la ocasión para acrecentar con justa causa su odio hacia don Juan; casi alegrándose por tener motivo que atizara su deseo de venganza. Consideró a Cristeta seducida, abandonada, y le dio lástima; mas el sentimiento que le dominó fue el rencor.