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Con la primera, ejercida por funcionarios a tono con el ambiente, de patriotismo anquilosado, dignos de las covachuelas de Fernando VII, sobra para justificar la inanidad del Arte egregio que no admite trabas ni menoscabos, sólo germinante en la gleba arada con reja de libertad y de justicia. Los Poetas.

Ellos la mies ante su hoz rindieron, Y el surco abrieron en la dura gleba, Ellos al bosque secular vencieron Y á par del buey se ataron á la esteva. De la ambicion insana preservados Su vida oscura fué, sus penas leves... Mas no por esto sean despreciados Del pobre los anales simples, breves!

Y así, cuando la conquista del Egipto, abaratando el trigo en Roma, arruinó a los agricultores que trabajaban a crédito en Italia, fueron estos vendidos con sus tierras, y millones de hombres libres descendieron de este modo a la condición de siervos de la gleba.

El molusco que se arrastra sobre su abdomen fué el pobre siervo de la gleba. El pulpo, con todo su orgullo, su hinchazón, su ronquido, mal nadador y andarín nulo, no deja de ser por eso el siervo de la casualidad: sin su potencia de embotamiento no hubiese podido vivir.

La época en la que todas esas corrientes humanas se juntarán, no ha llegado todavía: razas y pueblos diversos, siempre aferrados á la gleba natal, no se han reconocido como hermanos, pero se aproximan más cada día; cada día también aumenta el amor, y, de concierto, empiezan á mirar hacia un ideal común de justicia y libertad.

Así andan las cosas de España: mucho de revolución, de libertad, de derechos individuales.... ¡Y al fin, por todas partes la tiranía, el privilegio, el feudalismo! Porque, vamos a ver, ¿qué es esto sino reproducir los ominosos tiempos de la gleba y las iniquidades de la servidumbre? Que yo necesito tu hija, ¡zas!, pues contra tu voluntad te la cojo.

Expresó su profunda sorpresa de que un joven fuese quien tomara la iniciativa en la funesta empresa de privar de comodidades a los hombres que trabajan en el campo de la ciencia, y con tal motivo exaltó el respeto que le es debido y que siempre se ha tributado al sabio, haciendo un bello y minucioso parangón entre éste, que con sus obras eleva y enriquece los espíritus, y el obrero de la materia, que eternamente será siervo de la gleba, decidiéndose, claro está, por aquél.

Los "nunus" del bosque me dicen sinceros que soy muy dichoso en mi soledad. Huyo del tumulto de la vida urbana, la fiebre del oro, la fraterna lid; la ciudad es fosa de la gleba humana, de los hombres-fieras madriguera vil. Entrad en mi humilde y frágil cabaña que se esconde tímida bajo un platanar. Mi choza de nipa, mi choza de caña os dará un tesoro: el alma natal.