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Así como unos curan las dolencias del cuerpo, otros cuidan de la pureza del espíritu: serás, de ellos, y mientras el tuyo permanezca incólume, jamás te faltarán palabras con que infundir a tus hermanos la fe que te aliente. Cree y te creerán, que nunca inspiró la sinceridad desconfianza.

¡Se lo agradecería a usted en el alma, madre Larín; no lo olvidaré en toda mi vida! gimió Currita . Porque no crea usted que en el asunto de mi pobre Lilí faltarán dificultades... Fernandito es muy bueno; pero al cabo, como hombre que es, no tiene la piedad de nosotras las mujeres, y verá la cosa de manera muy distinta.

Sin embargo, aunque cubierta por mi tutela de un barniz de respetabilidad, ciertas familias... timoratas... tendrían ciertos escrúpulos. Pero, en suma, no le faltarán pretendientes aceptables y más de un noble arruinado, aficionado a la buena vida, querrá dorar su blasón gracias a la generosidad asegurada de su suegro.

De cerca, no le faltarán otros supuestos, que con títulos algo más sutiles y aparentes se levanten contra ella, aunque por ventura a los unos y a los otros no les falte buena intención, y celo, como muchas veces acontece, que con buenas intenciones pero por falta de mejor enseñanza pensando servir a Dios, sirven al demonio y a sus intentos.

Acaso se refiera á tales desórdenes en el templo del Señor el sermón de San Eligio, ya citado, pues las capitulares del siglo VI prohiben el baile en las iglesias. Natural era que no faltaran en tales festividades cantores y bufones, que contribuyesen á aumentar los placeres y alegría del pueblo.

Apenas #lo# acabó cuando del ilustre auditorio y grave senado que la oía, de muchas se formó una voz sola, que dijo: ¡Torna a cantar, Preciosica; que no faltarán cuartos como tierra!

Pueden abandonarlos sus amigos, sus cómplices, los empresarios, por cuenta de quienes emprendieron un trabajo, pero ellas no les faltarán y, sacando fuerza de flaqueza, removerán con sus débiles brazos el mundo entero a fin de hacerles más llevadera su desgracia. Ellas, las mártires de los días de luz, serán el rayo de sol de los días de sombra.

Está bien; casas no me faltarán. Nosotros nos marcharemos en seguida: antes de lo que usted cree. El «santo» protestó, algo conmovido: No tenga usted prisa; queda de plazo todo el mes. Esperaré, y en cuanto a los atrasos, todo olvidado. Yo le quiero, señor de Maltrana; le quiero, porque a pesar de ser de los verdes, nunca ha blasfemado en mi presencia. Yo agradezco esta consideración.

MUCHAS VOCES. ¡Al agua, al agua! LA JOVEN. Bravo, señores, la Virgen os bendecirá; llevad su cinta verde y su cabeza al alcalde, y no os faltarán los doblones ni las indulgencias para la Cuaresma. LA MULTITUD. ¡Bravo! ¡Viva el rey absoluto! UN MARINO. ¡Silencio, hijos míos, silencio! he ahí el cortejo que ya empieza a desfilar. ¡Vive Dios! es un hermoso día para .

Quevedo, que había aprovechado aquella ocasión y había sido cruel con Montiño solamente por apartar un peligro de la reina, contestó: ¿Qué debéis hacer? separaros de Luisa. Decís bien. No os faltarán mujeres. Decís bien. Pero de repente, en una reacción del sentimiento, exclamó: ¡Y lo que nazca! Podéis contar que no es vuestro. La separaré de . Haréis bien. La enviaré á Navalcarnero.