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«¡También ! gritó vapuleándome sin compasión . Ya ves añadió mirando a su marido con centelleantes ojos : le enseñas a que pierda el respeto... ¿Te has creído que estás todavía en la Caleta, pedazo de zascandil?

Esta sensatez en materia de consecuencia me maravilla, y me da motivo para decir que el pueblo francés es voluble, hasta el punto de contradecir su propio carácter. Las enseñas mercantiles é industriales son para un objeto de gran distraccion. Al zapato galante.

¡De rodillas, sabandija! ¡Ah! ¿Conque no vale nada lo que he hecho por ti! ¿Ya me enseñas los dientes antes de concluir de mamar? De rodillas, picaruela, ¡malvada! Josefina fue a caer acurrucada en un rincón del gabinete. Amalia mantuvo sobre ella largo rato su mirada fulgurante. Separándola al fin, preguntó a Concha y a Paula, que habían traído a la delincuente, en qué forma se había escapado.

¡Oh! qué hermosa y gallarda es nuestra bandera al aire desplegada desde los topes de nuestros buques, sobre las aguas propias de la bahía da Manila, alternando con las enseñas de otras grandes naciones, ante cuyos navíos iban y venían los nuestros con la reciente enseña de libertad é independencia! ¡Cuán respetada y admirada como nacida entre legítimos ecos triunfales del bisoño ejército filipino ante las rendidas fuerzas regulares del gobierno español!

En todo el valle, hasta donde alcanzaba la vista, millares de blancas tiendas, adornadas muchas de ellas con enseñas y pendones de los altivos señores castellanos y leoneses. Á gran distancia, en el centro de aquella improvisada ciudad, una tienda mayor y más vistosa que todas las restantes era sin duda la vivienda del monarca.

Sobre el mismo campo de batalla, fué donde los Cruzados se iniciaron en estos famosos esplendores orientales . El mismo autor, dijo ya en otro lugar: «Durante la Edad Media, fuera del traje y de los paños mortuarios, las telas preciosas empleábanse también para las banderas, enseñas, gonfalones, tapices ó colgaduras, cubiertas de libros, gualdrapas de caballos, tiendas de campaña ó de casa, etc.

14 Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. 16 Y envían a él los discípulos de ellos, con los de Herodes, diciendo: Maestro, sabemos que eres amador de verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te curas de nadie, porque no tienes acepción de persona de hombres. 17 Dinos pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? 19 Mostradme la moneda del tributo.

Te posees de tu papel y lo sientes. Enseñas a tus nervios a falsificar las sensaciones y a obrar por mismos, no como receptores de la impresión, sino como iniciadores de ella. ¡Bonito juego! ¡Violación de los órdenes de la Naturaleza!

Creyó que una desconocida lengua le gritaba: «¡Estúpido, vaya unas cosas que enseñas a tu hija...!». Extendió la mano para detener al cochero y decirle que volviera a la calle de Tabernillas; pero antes de realizar aquel propósito, cesó la trepidación que en su alma había sentido, y todo quedó en reposo... «¡Qué debilidades! pensó ; estas son chocheces y nada más que chocheces... ¿Pues no se me ocurrió volver allá para desdecirme?

21 pero fueron informados acerca de ti, que enseñas a apartarse de Moisés a todos los judíos que están entre los gentiles, diciéndoles que no han de circuncidar a los hijos, ni andar según la costumbre. 22 ¿Qué hay pues? En todo caso es necesario que la multitud se junte, porque oirán que has venido. 23 Haz pues esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen voto sobre .