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Y hay otros que parece que las cogen por el aire y, sin embargo, no distinguen, ¿estamos?... Y voy á decirte una cosa para que la sepas, sólo para que la sepas: si el diablo me tentara algún día, ten por seguro que no escogería á Velázquez para ello, porque sabe muy bien que en la vida me han gustado los hombres fanfarrones... Bien puedes dispensarme, hija: ya comprenderás que en este mundo los gustos no son iguales.

Don Rosendo, bien puede dispensarme... Usted es un caballero... Un caballero sabe apreciar los sentimientos de otro caballero... La patria antes que todo... Guzmán el Bueno arrojó el puñal por encima de la muralla para matar a su hijo... Demasiado lo sabe usted. ¿Eh?... ¿Qué hay de eso?... Riego murió en un cadalso. ¿Eh?... ¿Qué hay de eso?

«Hija mía, usted está hoy un poco alucinada. Bien quisiera poderla oír, consolarla... pero tiene que dispensarme por hoy... Otro día...». ¿Tiene usted que salir? dijo la anarquista con pena . Bueno, volveré; yo tengo que contarle a usted una cosa... Si no se la cuento a usted, lo sentiré... ¡Ay!, una cosa que me ha pasado ayer... ¡tremenda, muy tremenda!

Liette le dirigió su hermosa mirada húmeda y agradecida. ¡Qué bueno es usted, señor Hardoin! Cree usted que puedo dispensarme... Creo, querida niña, que la valentía no es la temeridad... Arrojarse al fuego para salvar a un semejante es muy hermoso... Pero exponerse sin utilidad no tiene nada de razonable. No somos salamandras, qué diablo... Gracias.

Amigo mío le respondí con tono triste y desengañado , en este momento me hallo en igual caso que usted... Dentro de unos momentos voy a saber si mi novia me quiere o me manda con la música a otra parte... Esto último será lo más probable. Conque ya puede usted dispensarme. Pero ¿cree usted que Fernanda...? replicó con egoísmo feroz, sin tomar en cuenta para nada mi confidencia.

Á ver si los complaces. El rostro de Soledad se nubló de repente y respondió con sequedad: Estos señores saben que hace ya mucho tiempo que no bailo y me harán el favor de dispensarme. ¿Y por qué no has de bailar? Pues porque no tengo gana. Pues bailarás aunque no tengas gana dijo él embraveciéndose. Pues no bailaré replicó con firmeza ella.

Me estás tratando con mucha dureza respondió atribulado el joven, haciendo pucheros para llorar. Va usted a dispensarme que intervenga en este asunto manifestó entonces el presbítero con voz que parecía el chirrido de una bisagra enmohecida, incorporándose un poco y llevándose nerviosamente la mano a las gafas para sujetarlas.

El señor será bastante amable de dispensarme... protestó la fondista, despedazando sin compasión, en su aturdimiento, la sintaxis castellana . Yo me rehúso a lo que el señor propone, yo soy verdaderamente desolada, pero esto, no se hace, esto no se hizo jamás en nuestras casas.... Sería una falta, una grave falta, Monsieur Artegui tendría razón de quejarse.... Yo demando bien perdón al señor....