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La alegría y la satisfacción volvieron á renacer en el ánimo de todos los revolucionarios filipinos, y entonces dispuse el nombramiento de una Comisión que recibiera á los Comisionados americanos, al propio tiempo que daba órden estricta á todos, para que guardaran con los americanos la mejor armonía, tolerando y disimulando los abusos y atropellos de la soldadesca; pues no seria de buen electo para la Comisión que se esperaba, el que nos hallase desavenidos con las fuerzas de su nación.

Alguna vez como con mis vecinos y amigos, y muchas veces los convido; son mis convites limpios y aseados, y no nada escasos; ni gusto de murmurar, ni consiento que delante de se murmure; no escudriño las vidas ajenas, ni soy lince de los hechos de los otros; oigo misa cada día; reparto de mis bienes con los pobres, sin hacer alarde de las buenas obras, por no dar entrada en mi corazón a la hipocresía y vanagloria, enemigos que blandamente se apoderan del corazón más recatado; procuro poner en paz los que que están desavenidos; soy devoto de nuestra Señora, y confío siempre en la misericordia infinita de Dios nuestro Señor.

Señora, ya puede usted comprender si yo tendría satisfacción en unir un matrimonio disuelto... lo mismo el de usted que cualquier otro. Mi misión es predicar la concordia entre los hombres y morir por ella si es preciso. Aun sin pedírmelo tengo el deber, por mi cargo, de procurar en esta parroquia la reconciliación de los matrimonios desavenidos... Pero este caso es delicado.

Pero el sentimiento que verdaderamente la hacía chillar era como envidia de que fuese Nicolás y no pudiera ir ella. Por este motivo andaban tía y sobrino algo desavenidos. Corría Marzo, y el día de San José dijo Nicolás en la mesa: «Tía, ya hay fresa». Pero la indirecta no hizo efecto en la económica viuda. Volvió a la carga el clérigo en diferentes ocasiones: «¡Qué fresa más rica he visto hoy!

El viaje de Sacramento y su marido duró más de un año: al volver estaban ya desavenidos. En un principio el barón, como caballero que repugna publicar su desacierto, transigió con las que llamaba genialidades y ligerezas: luego trató de ocultarlas, y cuando ni esto pudo, fingió ignorarlas.

Don Pedro Rey de Aragon no se hallaba entónces con fuerzas para poder tomar satisfacion de la muerte de Manfredo y Coradino, ni después de ser Rey le dieron lugar las guerras civiles, porque los Moros de Valencia andaban levantados, y los Barones y Ricos hombres d Cataluña estaban desavenidos y mal contentos; y tambien porque mostrándose enemigo declarado de Cárlos, provocaba contra las armas de Francia, y las de la Iglesia, formidables por lo que tienen de divinas; los Reinos de Sicilia y Nápoles lejos de los suyos, sus armas ocupadas en defenderse de los enemigos mas vecinos.

El rey leyó: «Os escribo, porque, interesándoos á vos tanto como á el negocio de que trata esta carta, tengo una entera confianza en vos, y no quiero exponerme á que se sepa, por muchas precauciones que tomemos, que nos hemos visto. Importa que todo el mundo nos crea desavenidos. Sostened vos por vuestra parte el papel de enemigo mío, que por la mía yo sostendré el de enemigo vuestro.