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Dice que viene entonces del cabildo, en donde se ha leído una orden del Rey, por la cual se imponen á los moriscos nuevos gravámenes. Malec, el concejal más antiguo, había desaprobado el primero estas medidas; pero Don Juan de Mendoza le había interrumpido, replicándole que él era moro, y que se proponía librar á sus correligionarios del castigo condigno.

Aún más: aunque se diera por bueno tal rasgo de generosidad, tanto ella como él, que eran miembros de la Iglesia, tenían el deber de denunciar a la autoridad eclesiástica a cualquier sacerdote que se extralimitase en el ejercicio de su ministerio, para que recibiese el condigno y fraternal castigo que los cánones previenen. Esto redundaba en bien de la fe.

Considerábase como dueño de un arca misteriosa, fabricada por los genios; arca de cuya exterior y somera beldad gozaba él sólo a todo su sabor y talante, mientras que ocultaba en su seno la joya más rica, la felicidad más cabal en este mundo, un trasunto del Olimpo, del Edén y de cuantos Paraísos y Campos Elíseos soñaron los poetas y los videntes antiguos; la visión beatífica, la unión esencial del alma con el objeto condigno de su anhelo insaciable; pero arca que no mostraba todo esto a quien no tocase el resorte que había de hacerlo aparecer, y que él no tenía ni fuerza, ni maña, ni merecimiento para tocar.

Hice entonces un severo examen de conciencia. Investigué con inquietud si mi pensar era condigno de la pureza de su pensar; si en mi gusto no habría desconciertos que pudieran herir la disciplina de su gusto; si mi idea de la vida era tan alta y seria como aquella que yo presintiera en la espiritualidad de su mirar, de su sonreir, y si mi corazón no se dispersara y debilitara con exceso para poder palpitar con paralelo vigor junto a su corazón.

Quilito se debatía, diciendo que, puesto que había deshonrado las canas de su padre, debía sufrir el condigno castigo; que él no se atrevería ya a afrontar su mirada, y que la idea que Susana, su adorada Susana, conociera su delito, le enloquecía... No, yo no podré resistir esto, no podré, no podré.

En cambio, la ternura de mi corazón, que no se fija en objeto condigno, que no se emplea y consume en lo que debiera, brota y como que rebosa en ocasiones por objetos y circunstancias que tienen mucho de pueriles, que me parecen ridículos, y de los cuales me avergüenzo.

Y mientras se le hinchaba el pecho, hirviendo en colérica indignación, el grupo de abajo era cada vez más íntimo, y Baltasar y Josefina conversaban con mayor confianza, aprovechándose de que el público, impresionado por la muerte del espía infame que, al fin, hallaba condigno castigo a sus fechorías, no curaba de lo que pudiese suceder por los palcos.

¡Basta ya! exclamó Fray Diego. Lejos de defenderse el culpado confiesa y agrava su falta con sus livianas palabras. Sólo me resta imponerle el condigno castigo. Al decir esto dejó el abad su asiento y todos los monjes le imitaron, dirigiendo temerosas miradas al irritado semblante de su superior.