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Al cabo de poco tiempo, los pulperos de ocho manzanas a la redonda de la plaza estaban fastidiados del cominero don Julián y adoptaron el mismo acuerdo de sus cuatro camaradas. No faltó quien contara al virrey los trotes y apuros de su mayordomo para conseguir huevos frescos, y un día que estaba su excelencia de buen humor le dijo: Julián, ¿en dónde compraste hoy los huevos?

D. Francisco de mis entretelas declaró el tísico arropándose bien otra vez con aquellos andrajos, es usted la persona más cristiana, más completa y más humanitaria que hay bajo el sol. Isidora, trae el tintero, la pluma y el papel sellado que compraste ayer, que voy á hacer un pagaré

se la has puesto tres días seguidos... y te pegó... pero ha sido porque no tenías dinero para comprar longaniza ó carne, ¿no es eso?... Dices que se te había concluído el dinero antes del fin de la quincena, porque te habías comprado unos zapatos... Pero los compraste porque tu marido se enfadó un día que saliste con él y los llevabas rotos... etc.» ¡Oh, cuán profundamente examinaba los datos y con qué suave elocuencia emitía luego su fallo inapelable!

¿El traje que compraste en el Rastro? ¿Y cuánto crees que te darán? Dos piesetas y media. Yo haré por sacar tres. ¿Y lo demás? Vamos a casa migo dijo Almudena levantándose con resolución. Prontito, hijo, que no hay tiempo que perder. Es muy tarde. ¡Pues no hay poquito que andar de aquí a la posada de Santa Casilda!».

No estaba conforme con estas ideas Jacinta; pero el respeto que su padre político le inspiraba le quitó el resuello, imposibilitándola de expresar lo mucho y bueno que se le ocurría. «Por consiguiente prosiguió el respetable señor tomándole a su nuera las dos manos , ese caballerito que compraste será puesto en el asilo de Guillermina... No hay que fruncir las cejas. Allí estará como en la gloria.

¡Porque los compré!... ¿Y para qué los compraste? Por no ser menos que . Bueno, contesta: ¿dónde están?... Ricardo los guardó, pero yo no dónde. ¡Qué fastidio!... ¡José! dijo Lorenzo alzando la voz. ¿Señor? Hágame el servicio de ver en nuestro dormitorio... o por ahí... si están unos diarios... y tráigamelos. Don Ricardo los guardó en el baúl, señor... pero se llevó la llave.

Pero ¿y las verdaderas? preguntó, asombrado, Torrebianca . ¿Y las que compraste con el dinero que te enviaron muchas veces de tus propiedades en Rusia? Robledo creyó oportuno intervenir para que no se prolongase este diálogo peligroso. No quieras saber demasiado, y hablemos del presente... Yo pagaré á tus domésticos; yo costearé el viaje de los dos.