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Si ella contara lo que sentía a cualquier vetustense, la llamaría romántica; a su marido no había que mentarle semejantes penas; en seguida se alborotaba y hablaba de régimen, y de programa y de cambiar de vida. Todo menos apiadarse de los nervios o lo que fuera.

BERGANZA. Yo tomaré tu consejo, y esperaré con gran deseo que llegue el tiempo en que me cuentes tus sucesos; que de quien tan bien sabe conocer y enmendar los defetos que tengo en contar los míos, bien se puede esperar que contará los suyos de manera que enseñen y deleiten a un mismo punto.

CAP. IV. En que trata cómo Ayar Mango se descendió de los altos de Guanacaure á vivir á otra quebrada, donde, despues de cierto tiempo, de allí se pasó á vivir á la ciudad del Cuzco, en compañía de Alcaviza, dejando en el cerro Guanacaure á su compañero Ayar Oche hecho ídolo, como por la historia más largo lo contará.

Trata de ser feliz me dijo, como si no contara con eso ni para ni para él. Tres días después de mi partida de Nièvres estaba en Ormessón. Pasé la noche cerca de la señora de Ceyssac, para la cual mi regreso puso en claro muchas cosas, y me dio a entender que había lamentado mis errores frecuentemente con la tierna lástima de mujer piadosa y casi madre.

Este suceso, como si se contara con él, ya que no fuera deseado, no arrancó una lágrima siquiera en la familia. Produjo cierta tristeza que parecía nacida del corazón, por lo que toca al marqués y a su mujer. En cuanto a la hija, la dio demasiado en qué pensar la nueva jerarquía en que volvía a colocarla la muerte de su hermano.

Refugio volvió a meter su mano en el costurero y sacó el envoltorio de los billetes. ¡Jesús divino! ¡Si al fin se resolvería...! La de Bringas la vio, con disimulada ansia, sobar y repasar los billetes como si los contara. Después, moviendo la cabeza en señal de desconsuelo, dijo la muy...: «Si no me queda ya nada... ¡Ay!, señora, no es posible, no es posible».

La guerra y la anarquía no se acababan; habíamos llegado al período álgido del incendio, como decía Aparisi, y pronto, muy pronto, el que tuviera una peseta la enseñaría como cosa rara. Deseaban todos que fuese Villalonga a la casa para que les contara la memorable sesión de la noche del 2 al 3, porque la había presenciado en los escaños rojos. Pero el representante del país no aportaba por allá.

Más de una vez supliqué a mi tía que me contara la historia de Angelina; le pedí con insistencia que me refiriera cómo había quedado bajo la protección del P. Herrera, un anciano que a la sazón apacentaba en un pueblecillo de la sierra numerosa grey de labradores; pero la señora callaba, sin que ni ruegos ni súplicas le hicieran abrir los labios.

No consiente éste; obstínase Navarro en no fugar sin salvarlo, y últimamente se desmonta de su caballo, lo mata y muere al lado de su amigo, sin que su familia pudiese descubrir tan triste fin sino después de tres años, en que el mismo que lo ultimó contara la trágica historia, y desenterrase para mayor prueba los dos esqueletos de los dos infelices amigos.

Vamos, vamos pronto a casa, y allí contará usted todo dijo D. Paco . ¡Qué alegría! Volemos, señores. ¡Cuando la Sra. Condesa sepa que le hemos encontrado!... ¡Ah! ¿No sabe usted que está ahí su novia?... ¡Qué guapísima es!... La pobre no cesa de llorar la ausencia del niño, y si no hubiese usted parecido, creo que la tendríamos que amortajar. Vamos, vamos al punto.