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Permanecía en pie en medio de la habitación, como una estatua, contemplando la figura lastimosísima de su marido, sin atreverse a preguntarle nada ni a pedirle una aclaración sobre las extrañas cosas que revelaba. «¡Por Dios y por tu madre! dijo al fin movida del cariño y del miedo , no me cuentes más. Es preciso que te acuestes y procures dormirte. Cállate ya».

Otra vez cantó: Por Dios te lo pido, niña, y te lo pido llorando, ¡Cristo de la Espirasión! que no le cuentes a nadie lo que a mi me está pasando. Todos palmotearon fuertemente, menos yo, a quien ahogaba la emoción. La madre Florentina exclamó: ¡Vaya, basta de locuras! Pueden enterarse los de fuera, y sería muy feo. Ahora me toca a , madre dijo el malagueño tomando la guitarra.

No me cuentes otra vez lo de las funciones dramáticas, bailes y corridas de toros organizadas por tu ingenio para alivio de los pobres, ni lo de las rifas, que poniendo en juego grandes sumas, han servido en primer lugar para dar de comer a unos cuantos holgazanes, quedando sólo para los enfermos un resto de poca monta.

¡Ah!, esto está perdido murmuró Jacinta en los respiros que las caricias de su marido le dejaban, ahogándola... . Mira, estate quieto y no me sofoques. No tengo yo gana de bromas. Vamos al caso, niñita mía. Para que yo te cuente lo que deseas saber, es preciso que me cuentes antes a otra cosa.

Si hubieras sido , tampoco me habrías sacado los ojos. Que ... pillo... granujita. Vaya, no quiero saber más, no me cuentes más. ¿Para qué preguntas ? Si te digo que no la quería, te enfadas conmigo y tomas partido por ella... ¿Y si te dijera que la quería, que al poco tiempo de sacarla de su casa, se me ocurría la simpleza de cumplir la palabra de casamiento que le di?

No más, Zaida le interrumpió el mancebo ; tu palabra última revela cuanto pasa en tu corazón. Esa fe de que tanto blasonas acaso se sostiene más en ti con la memoria de un caballero que no con las pláticas de las misiones; más con el recreo de los papeles y endechas, que con la lectura de catecismos; pero no cuentes con burlar a nuestro tío ni burlar las esperanzas mías. ¡Vive Dios!...

Se cuenta, por último, que donna Olimpia, allá en su primera mocedad, se lució una vez en la academia platónica de Florencia, pronunciando un sublime discurso sobre el amor, que oyó Marcilio Ficino, ya viejo, y quedó embelesado de oírle. Vamos, vamos, no me cuentes más de esa mujer. Basta con lo que has dicho para comprender que es la más desvergonzada de las aventureras.

»Aquí comencé yo a tomar la cosa por lo serio, y se entabló una porfía, muy tenaz por mi parte; la cual atajó mi madre diciéndome con desusada dulzura: » Todo eso será verdad, y más que me cuentes; pero ¿y qué? ¿Serías la primera mujer joven y hermosa, y aun noble y rica, casada con un Creso feo... y hasta vicioso... y hasta ridículo, si quieres?

Rece Vd., madre, esto es lo primero, y Dios la iluminará y borrará de su alma esa apatía; venga Vd. a misa, y a poco que despierten los buenos sentimientos, cesará Vd. de reír las bufonadas sacrílegas de mi hermano, y arderá Vd. en deseo de auxiliarme. ¿Lo promete Vd.? , hijo contestó azorada pero a Pepe no le cuentes nada de esto.

Será, pues, necesario que te presentes con cara de contricción y de inquietud, que pidas hablar en secreto con la señorita Guichard y que cuentes que te he sorprendido yendo á su casa y que ha habido entre los dos una escena violenta, cuya conclusión ha sido este ultimátum formulado por : romper toda relación con mi enemiga ó abandonar mi casa. ¡Cómo! ¿Será preciso abandonar á usted?