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dirás que qué tiene que ver... Es claro, nada; pero vete a saber cómo se enlazan en el pensamiento las ideas. Esta mañana me acordé de lo mismo cuando pasaban rechinando las carretillas cargadas de equipajes. Anoche me acordé, ¿cuándo creerás? Cuando apagaste la luz. Me pareció que la llama era una mujer que decía ¡ay!, y se caía muerta.

Era cosa de ver aquella mujerona descalza, desgarrada, melenuda, despidiendo de sus ojos fiereza, con un lío bajo el brazo y las botas colgando de una mano. Las pocas personas que por allí pasaban, miráronla con asombro. Al llegar junto a los almacenes de la Villa, pasó junto a varios chicos, barrenderos, que estaban sentados en sus carretillas con las escobas en la mano.

Cuatro carretillas, que conducian dos cañoncitos de menudear, y las municiones de boca y guerra. Los Caciques que concurrieron á dicha expedicion, son: Lepin Naguel, que en nuestro idioma significa la pluma con el tigre. Lincon Naguel, el grillo con el tigre. Lican Naguel, piedra de tigre. Caulla Mantu, brilla el sol. Calfingere, zorro azul. Epullanca, dos piedras verdes. Alcaluan, guanaco macho.

En el opuesto lado de la huerta, que era el sitio más apartado y feo, había un tinglado, bajo el cual se veían tiestos vacíos o rotos, un montón de mantillo que parecía café molido, dos carretillas, regaderas y varios instrumentos de jardinería.

Se dispuso la marcha de madrugada, y fué grande el trabajo que nos dió la carretilla para pasarla por dicho arroyo, por ser pantanoso y barrancoso; de suerte que fué preciso con los sables y lanzas cavar alguna cosa para hacer bajada, pasando las municiones á pié, y poniendo en la carretillas 20 hombres á caballo, que con lazos á la cincha la fuesen deteniendo por lo perpendicular de dicha bajada.

Al amparo de los árboles se formaban en hileras las carretillas ocupadas por los heridos. Oficiales y soldados permanecían largas horas en la sombra azul viendo cómo pasaban otros camaradas que podían valerse de sus piernas. La santa gruta resplandecía con el llamear de centenares de cirios.

Sobre la fábrica de electricidad, a la derecha, se eleva un nimbo blanco del humo en que el resplandor refleja. Y los grandes focos, orlando las líneas de los desnudos árboles, arrojan una pálida claror, difusa, matizada, turbia. El tren va a partir. Chirrían las carretillas y diablas; suena un campanilleo persistente, largo, apremiante; vocea con voz plañidera un vendedor de periódicos.

Las ruedas y ejes de los millares de vagonetes, las piezas estropeadas del aparato de lavado, recibían allí compostura y eran construidos los picos, azadas y carretillas. En el fondo del taller las sierras hacían chillar la madera, y aquel mismo hierro, educado en el trabajo por el fuego, destrozaba las generosas fibras del árbol arrancado a la tierra.

Dia 22. A las nueve del dia llegó un indio, dando razon que venia la gente y carretillas, y que él se habia adelantado para dar esta noticia al cacique Lincon, que no habia habido novedad en la toldería, y que el cacique Alcaluan conducia dos indios presos por parecerle ser espia del cacique Guayquitipay, y que nos traia el mismo Alcaluan ganado para la manutencion. A la una de la tarde llegó la gente, carretillas, ganados è indios, pues vinieron 53 de refuerzo: asimismo vino el cacique Cadupani con sus tres hijos, y habièndoseles dado

Marchamos á cosa de las ocho del dia, y el motivo de salir á estas horas fué, porque determinó el Comandante dejar en los toldos de dicho Lincon, tres carretillas, llevando solo una con los dos cañoncitos y municiones, para con este motivo abreviar las marchas.