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30 entonces Elías dijo a todo el pueblo: Acercaos a . Y todo el pueblo se llegó a él; y él reparó el altar del SE

CLEOPATRA. No, no merece la pena; no tenemos miedo de vuestro acero. Pero acercaos, no temáis; no os morderé. ¡No sois muy valiente que digamos! Ayer, cuando nos arrancasteis brutalmente de los brazos de nuestros maridos, no erais tan tímidos... ¡Os digo que os acerquéis! ESCIPIÓN. Me felicito, señora... CLEOPATRA. ¡Calla! ¿Os felicitáis?

De repente, al oir uno de los nombres anunciados por el funcionario encargado de presentar á los que solicitaban audiencia, levantóse apresuradamente el príncipe y exclamó: ¡Por fin! Acercaos, Don Martín de la Carra. ¿Qué nuevas y sobre todo qué mensaje me traéis de parte de mi muy amado primo el de Navarra? Era el recién llegado caballero de arrogante figura y majestuoso porte.

Estaba hechiceramente peinada, ceñía su cabeza una corona de flores de oro esmaltadas de blanco, y de esta corona pendía un velo de gasa de plata y seda. Inútil es decir que á este bello traje, servían de complemento bellas y ricas alhajas. No podía darse nada más hermoso, más completamente hermoso. Acercáos dijo con acento dulce doña Clara.

Acercaos á ver á esa supuesta fiera en su caverna: no solo no hallareis en el semblante de Abde-r-rahman el ceño torvo y la pupila sangrienta, sino que su persona, su gesto, sus ademanes, sus palabras, su vivir y todo lo suyo, os cautivarán el corazon.

No, barón; otra persona hay aquí cuyo pensamiento permanece fijo en Monteagudo aun con más insistencia que el vuestro.... Me asombráis, noble señora, balbuceó Morel. Acercáos, joven de los rubios cabellos rizados, dijo doña Leonor extendiendo la diestra en dirección de Roger. Poned vuestra mano sobre mi frente. Así, esperad.

En la situación en que le presentamos á nuestros lectores, mientras extendía hacia el fuego sus manos y sus piernas, miraba con una gran impaciencia al padre Aliaga que, siempre inalterable, desdoblaba la carta de la reina. Acercáos, acercáos y oíd, porque esta carta debe leerse en voz muy baja, no sea que las paredes tengan oídos.

Acercáos, acercáos, doña Juana; hace frío... y sobre todo, tenemos que hablar largamente y á corta distancia, á fin de que podamos hablar muy bajo: vengo á buscaros como un amigo; como un amigo que se confiesa necesitado de vos, no como rey. Vuestra majestad puede mandarme siempre. No tanto, no tanto, doña Juana; ya yo que servís con el alma y la vida... A vuestra majestad.

9 Y dijo Moisés a Aarón: Di a toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos en la presencia del SE

En la turbación en que aquella escena la había dejado, no se daba cuenta ella misma de sus lágrimas. El sonido del timbre en el vestíbulo hízola repentinamente contraer sus cejas; algunos momentos después la puerta se abrió para dar paso al señor de Monthélin. He sabido por el señor de Maurescamp que no salíais hoy y me he atrevido... Sois muy amable... Acercaos al fuego, pues.