Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 2 de junio de 2025


Amaneció un día con el viento al Sur, casi en calma: el cielo, sonrosado con algunas nubes aturbonadas; la bahía, como un espejo; la mar, como un lago; la temperatura, á placer; el campo, verde y fragante; las flores, meciéndose sobre los tallos; los árboles, entreabriendo sus hinchadas yemas y asomando por ellas las tiernas esmaltadas hojas, que se estremecían y se desplegaban al sentir por primera vez el calor de los rayos del sol vivificante; la sonora voz de las campanas de todos los templos, llenando de armonías el espacio; y el movimiento y la circulación, interrumpidos por la solemnidad de los días anteriores, restableciéndose bulliciosos en todas las arterias de la población.

Esa fuerza vivificante la encuentro en una porcion de materia admirablemente organizada, y cuya organizacion conspira á un fin que es el ejercicio armónico de las facultades de ese viviente que llamamos animal; el no saber lo que es esa fuerza en misma, no me impide el afirmar su existencia, ya que los fenómenos me la revelan de una manera incontestable.

Allí los pájaros madrugadores gorjean lo mismo que en las alamedas del Retiro sobre las parejas de novios; el sol, padre de toda belleza, esparce por allí los mismos prodigios de forma y color que en las aldeas y ciudades, y el propio airecillo picante que menea los árboles, que orea el campo, que estimula a los hombres al trabajo y lleva a todas partes la alegría, el buen apetito, la sazón y la salud, derrama también por todas las zonas del establecimiento su soplo vivificante.

El sol, implacable, lanzaba de una vez, en apretado haz, todos sus rayos sobre nosotros, cual si quisiera aplastarnos, reducirnos a la nada, de donde su calor vivificante nos había sacado. ¡Qué hermoso, qué vivo, qué omnipotente sol! Solo en el Mediodía se siente su fuerza augusta y acometen deseos de adorarlo. En los primeros momentos hablose poco en la lancha.

Hecho lo cual, se sentó en el rincón, y bajando el vidrio, respiró con ansia el vivificante fresco matinal. Lucía, secando sus ojos del segundo llanto vertido en el curso de tan pocas horas, sentía extraordinaria inquietud de una parte, de otra inexplicable contentamiento. La acción del viajero le causaba el gozo íntimo que suelen los rasgos generosos en las almas no gastadas aún. Moríase por darle las gracias, y no osaba hacerlo.

Las narices se inflaban, y sorbían con delicia el aroma que la diosa Fortuna desparramaba en la sala, como oxígeno vivificante, estímulo fugaz de cansados pulmones; regocijábanse los ojos, y las manos sentían cosquilleos extraños, impulsos poderosos de pasearse sobre las mesas y tocar y acariciar tanta riqueza acumulada, y revolcarse en aquel lecho voluptuoso, poseídas de una sensualidad irresistible.

Las breves inmovilidades en los puertos no significaban para él inercia y descanso. Sus miembros férreos quedaban en corto reposo, pero el fuego vivificante seguía ardiendo en sus entrañas. La sangre blanca del vapor continuaba circulando por el sistema arterial de sus válvulas y tuberías.

Todos los días era conducida al puente, para respirar y absorber el aire vivificante del Océano: los niños la rodeaban, se echaban a sus pies y permanecían quietecitos, mientras ella les hablaba con voz débil como un soplo e impregnada de ese eco íntimo y profundo que anuncia ya la liberación. ¡Jamás mujer alguna me ha inspirado un sentimiento más complejo que esa joven desgraciada; mezcla de lástima, respeto, cariño, irritación por los que la lanzaron a esa vía de dolor, indignación contra ese destino miserable!

Lo que puedo afirmar es que el perfume agreste del país, su severa suavidad, los olores de vivificante amargura que constituyen el encanto de sus matorrales, la flora de las landas, la de los méganos, mucho han contribuido á dar animación al libro en cuestión, prestándole su sabor, que nunca desaparecerá. Los moradores están en su sitio en medio de aquella naturaleza. No son vulgares ni groseros.

Es menester que de las sustancias corrompidas que en el mantillo hay absorba el rosal la savia vivificante que ha de dar lozanía, gala y primor a sus hojas y a sus flores. Cubrí, pues, con mantillo las raíces y el pié del rosal, y el rosal ha reverdecido y florecido como por encanto. La verdura de sus hojas es brillante: sus rosas son divinas.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando