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No por eso dejamos de visitar las demás curiosidades de Córdoba. Entre estas es notable la admirable y monumental escalera de mármol, con soberbias molduras, que existe en la Escuela-Pia, casa que fué de los Jesuitas.

Después de todo, las narices largas y el pelo rojo no eran patrimonio exclusivo de los Elsberg, y la vieja historia que he reseñado, a duras penas podía considerarse como razón suficiente para impedirme visitar un importante reino que había desempeñado papel nada menospreciable en la historia de Europa y que podía volver a hacerlo bajo la dirección de un monarca joven y animoso, como se decía que lo era el nuevo Rey.

Esto en cuanto á la España moral: ahora vamos á visitar, aunque ligeramente, la España que los extranjeros han descrito, la España de difíciles comunicaciones y de atraso material.

Visitar a la tal no le parecía digno, habiendo hecho tantos aspavientos en contra suya; pero estar muchos días sin verla y averiguarle las faltas, si las tenía, era imposible. Hubiera deseado verla por un agujerito. Con el sobrinillo no quería la señora dar su brazo a torcer, y siempre se mostraba intolerante, aunque ya con menos fuego.

Con este motivo, Martí le escribió el 25 de diciembre del mismo año, una carta a Poyo, en la que le daba las gracias por haberle adivinado sus deseos de visitar a los cubanos del peñón rebelde.

Calle V., tío... ¿Cómo quiere V. hacerme creer que no conoce á la hija de su amigo el tío Gorico? Pues digo por tercera vez que no la conozco. Entonces, ¿qué hay que ver en Villabermeja? ¿Ha estado V. para visitar á la chacha Ramoncica? El Comendador tuvo que responder francamente. No la he visitado. Vamos, ya caigo. ¡Qué bueno es V.!

No saldré de casa sino para visitar la tumba de Magdalena, que no tardará también en ser la mía, y no recibiré a nadie, ni a mis mejores amigos, que deben considerarme como muerto desde este día porque yo no pertenezco ya a este mundo.

Esto le habían dicho á Basilio, cuando al salir de la carcel fué á visitar á su amigo para pedirle hospitalidad. Basilio no sabía á donde ir, no tenía dinero, no tenía nada fuera del revólver.

Esta ciudad, donde alternan pacíficamente aristocracia, clase media y pueblo, es una real república que los monarcas se han puesto por corona, y engarzadas en su inmenso circuito, guarda muestras diversas de toda clase de personas. La primera vez que D. Manuel Pez y yo fuimos a visitar a Bringas en su nuevo domicilio, nos perdimos en aquel dédalo donde ni él ni yo habíamos entrado nunca.

Una mañana, después de oir misa con D. Valentín, estuvo Doña Blanca á visitar á Doña Antonia y á felicitarla por la venida de su cuñado; y fué con tal tino, que no se hallaba el Comendador en casa. Ni antes ni después de esta visita se dejaron ver Doña Blanca y D. Valentín de sus vecinos y amigos. En balde intentó repetidas veces Lucía sacar á paseo á Clara.