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Actualizado: 26 de noviembre de 2025
A Cirilo se le apretó el corazón. Aquella alegría de su pobre esposa, ciega en lo mejor de la vida, le removía las entrañas como si quisieran arrancárselas. No pudo contestar; hubo una larga pausa. De repente Visita aproximó su rostro al suyo y le besó en los ojos. ¡Ya sabía que estabas llorando...! No llores, tonto... ¡Si soy feliz, enteramente feliz! ¿Qué importa que no pueda ver esas montañas?
Todo este trozo de costa es bastante regular, con alguna inflexión al E., limpia y acantilada, con playas de arena intermediadas de frontones de piedra. A 13 millas al S. de la punta Madilao se encuentra, sobre terreno elevado, la visita de Malimon, y á 7 millas al N. de la boca del río Butuan se halla el río y visita de Tibay. Falta reconocer detalladamente esta porción de costa.
De allí a poco salieron de la venta quince o veinte mujeres harapientas, sucias, miserables, y esquivando a los de uniforme corrieron hacia los del grupo central, aunándose con ellos en parejas que desaparecían tras un tronco, tras un peñasco, en un repliegue del terreno, donde pudieran ocultarse. Era la visita del amor a la desgracia; amor momentáneo, vicioso, repugnante, y venal; pero amor.
Tristán se calmó, y Elena, con su natural ligereza, pasó inmediatamente a otra conversación. ¡Pero qué lindísimo budoir el tuyo, Elena, qué coquetón, qué elegante! le decía Visita aludiendo al del hotel que estaba terminando en Madrid. ¿Te gusta? Muchísimo. ¡Qué guirnaldas talladas! ¡qué rico mosaico el del pavimento! ¡qué pinturas tan finas las del techo!
La primera visita del extranjero en Munich es la de la célebre galería de pinturas que enriquece la ciudad . Hay ciertamente mucho que ver y admirar en el museo de Munich.
Antier a las seis de la mañana pasaron por aquí las Castro Pérez: iban a caballo, con sombreros jaranos. ¡Buena visita! ¡Pobre de Angelina que habrá tenido que lidiar con ellas! «A la una, cuando volvía yo de misa, me encontré a don Carlos. Iba con Gabrielita. ¡De veras que la muchacha es hermosa! Me dijeron que el día cinco vendrás a la fiesta. Nosotras estamos contando las horas.
Una vez se le decía, al pasar junto a una choza miserable y solitaria: Es preciso que haga usted una visita a la persona que vive ahí. ¡Pero si no la conozco, hombres de Dios, ni aunque la conociera valdría el trabajo de detenernos! observaba don Simón, con repugnancia. Déjese usted de remilgos, don Simón, y considere que esta choza, entre padres, hijos y allegados, vale más de cinco votos.
¿Y qué fue ese lance, si puedo saberlo? Mi padre recibió una mañana una visita, a quien nadie vio, porque mi padre mismo abrió la puerta. Los criados no podían extrañar esto.
La carta que en contestación á ésta escribió la abadesa, y que entregó á Montiño y que quitó al cocinero mayor Quevedo, contenía lo siguiente: «Mi respetable tío y señor: He recibido la carta de vuecencia tan á tiempo, como que, cuando la recibí, estaba en visita con mi buena prima y con don Francisco de Quevedo.
El pobre fraile estaba sofocado, rojo hasta las orejas. Por él hubiera podido inventarse aquella frase con que se denota que á alguien le han dado una buena descompostura: tenía encarnadas las orejas como fraile en visita. Hasta su lengua, que por lo común estaba tan suelta, se le había trabado un poco y no atinaba á contestar.
Palabra del Dia
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